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miércoles, 31 de julio de 2019

GESTIONAR LA INDIGNACION

No es fácil gestionar las emociones. El aprendizaje dura toda la vida, y a muchos se les pasa sin haberlo conseguido. Tras la ansiedad de las tres jornadas de la frustrada investidura, a la resaca ha sucedido la indignación. Nada más humano que estar indignado después de asistir al espectáculo del desencuentro, la manipulación y el teatrillo mediático. Todo puede empeorar, claro, y aún estamos lejos del desenlace final. La tensión dramática mal resuelta deriva en desánimo y frustración, en malestar y ganas de tirar la toalla. Sin embargo, como decía Vázquez Montalbán, un lejano 6 de febrero de 1979, desde las páginas de la revista La Calle: “Hay tantas cosas por hacer que casi podríamos decir que está todo por hacer. Desde esta óptica quedan pocas motivaciones para la desgana y el pasotismo”. La recomendación sigue siendo válida 40 años después. También ahora y aquí todo está por hacer. Desde derogar una nefasta y mal llamada reforma laboral (la del PP) que nos ha consagrado como el paraíso del precariado y el subempleo, hasta acabar con esa lacra en forma de desahucio que tanta amargura está sembrando entre los que menos tienen. 

ALGO SE MUEVE
                  Mientras los protagonistas políticos parecen paralizados ante un desenlace que estaba anunciado, los agentes sociales ya se han puesto manos a la obra. Y es que “entre bloqueo y bloqueo, pasa la vida”, se lamenta Unai Sordo, secretario de CC.OO. “Las reformas del mercado laboral son urgentes y no pueden esperar”, se quejan a dúo los líderes sindicales de CC.OO. y de UGT. Las emergencias de ayer siguen siendo las de hoy, y si nadie se pone a la faena, seguirán siendo las de mañana. La agenda social hace tiempo que está trabajándose. El diagnóstico sindical se confirma con cada EPA (Encuesta de Población Activa): crece el empleo precario, temporal y mal pagado. Trabajar ya no es sinónimo de salir de la pobreza. ¡Porca miseria! Para quienes tienen poco, las seguridades perdidas se han convertido en terreno pantanoso en el que es fácil naufragar. El capitalismo ha cambiado las reglas del juego mientras andábamos distraídos con la crisis que el mismo había causado. Preocupados por seguir a flote, no nos dimos cuenta de que rebajaban la densidad del agua y ahora es más fácil ahogarse. Truco de truhanes. El peso de las rentas del trabajo disminuye mientras aumenta las del capital en la economía de este país de países que se llama España. Y nadie quiere responder del desaguisado. Las élites parecen confiar en el poder soporífero de conciencias que tiene la televisión. No es esta su única cualidad. La tele también es el campo de la batalla por el relato. 

RELATOS
                  Hay palabras que se ponen de moda sin que nadie sepa cómo. Relato es una de ellas. Adueñarse del relato, ganar la batalla del relato se ha convertido en objetivo político. En un mundo condicionado por los mass-media y la informática, el relato es el rey de la acción política. Vivimos en un mundo de percepciones. Más importante que “el qué” es el “cómo” y el “dónde” se diga. La batalla por el relato de las negociaciones para la votación de investidura comenzó antes que las propias negociaciones, siguió durante ellas y aumentó tras su fracaso. Después de meses de silencio mediático, las apariciones de Pedro Sánchez en TV se multiplicaron tras la frustrante votación en la que no salió investido. También ha habido intervenciones de Pablo Iglesias, claro, pero es que el líder de Podemos nunca ha estado callado. Detrás de la compulsión televisiva de Pedro Sánchez es fácil barruntar la estrategia de Iván Redondo, su jefe de gabinete, para ganar en las pantallas lo que no ganó en las urnas. Es decir, el derecho a gobernar en solitario. Cambiar la percepción de la gente es lo más complicado, necesita un sobreesfuerzo, una sobreactuación. Después del 28-A, una gran mayoría de votantes de izquierda respiró aliviada. Sólo era posible un gobierno PSOE-Podemos, al que había que sumar algunos votos del nacionalismo periférico. Una oportunidad para salir del laberinto en el que andamos metidos desde que el PP envenenó la convivencia con Catalunya. A partir del recurso al Tribunal Constitucional del Estatuto catalán, todo ha ido a peor. Un pecado que, como el original, mancha todo cuanto toca. Y así nos va el nivel de indignación, como un tobogán.  
URBANO GARCIA
Imagen:
1. Ilustración del blog:Desde mis lentes!

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