En apenas unos días, todo pareció cambiar. Hay tantas
ganas de que ocurra, que, con frecuencia, confundimos deseos con realidad. Pero
sí, hubo síntomas, indicios, señales de humo en la lejanía. La convocatoria
electoral en Galicia y en el País Vasco amansó a las fieras. No son sólo percepciones.
Los primeros en dar el paso fueron sindicatos, patronal y gobierno prolongando
los ERTE. Delante y detrás de los consensos siempre hay estrategias y
declaraciones… Las hubo hasta en los mitificados Pactos de la Moncloa, y eso
que en 1977 todo el mundo sabía de donde veníamos. Ahora también, pero se
disimula más. La patronal reunió su cónclave para poner altavoces a la
polifonía empresarial. “No desmontar lo que está funcionando”, dijo Pablo Isla
de Inditex en referencia a la mal llamada reforma laboral del PP, aún vigente.
“No introducir rigideces”, “más seguridad fiscal”, “no subir impuestos”, o “la
economía española debe ser más competitiva”. ¿Les suena? Son algunas de las
recetas de la CEOE. El discurso hegemónico del empresariado. Eso sí, hubo un
llamamiento general al consenso. No parece mala idea con la que está cayendo
desde la diestra siniestra. Pero la derecha, la de aquí y la europea, está en
otra cosa. Los posicionamientos respecto al nombramiento de Nadia Calviño lo
dejan claro. Casado dice sí con la boca chica a Nadia. Pero el Grupo Popular en
el Europarlamento tiene otro candidato, y en Bruselas, el PP de Casado pinta
poco. Eso sí, para dar pasta, aquí y allí, la derecha pone condiciones. Nada de
dar cheques en blanco para salvar personas. A la derecha no le gustan esas
zarandajas.
SINDICATOS
Los dirigentes sindicales
saben que tienen un aliado a tiempo parcial en el gobierno de coalición, pero
van con tiento. No es la primera vez que fuego amigo les ha pillado fuera de
las trincheras. Guardan sus fuerzas para oponerse a falsas salidas como las de
2008. Aquel desastre financiero cayó casi exclusivamente sobre las espaldas de
los currantes. El rescate de la Banca, sin contraprestaciones y con dinero
público, dejó el paisaje lleno de cadáveres proletarios. Y los responsables del
latrocinio salieron de rositas. Los sindicatos lo recuerdan con declaraciones y
en la calle. Y es que la pandemia también afecta a unas clases más que a
otras.
Poner al ralentí la actividad social ha dado algunos beneficios.
Frenó el exponencial aumento del contagio vírico y mejoró la calidad del aire. Esto
último duró poco. Con la vuelta a la antigua anormalidad han aparecido repuntes
y ha vuelto la contaminación. La economía regresa donde estaba, pero renqueante
y quejumbrosa. Algunos cambios llegaron para quedarse. El teletrabajo, por
ejemplo. Habrá que luchar para impedir que empresarios con pocos escrúpulos
resuciten fórmulas laborales del siglo XIX. Y habrá que mejorar y abaratar la
red informática, una de las más caras de la Unión Europea. En eso también
tienen mucho que decir los sindicatos. Y en reducir la precariedad y el trabajo
temporal, fuentes de importantes plusvalías. La tercera revolución industrial
está en marcha, habrá que hacer todo lo posible para no perder el tren como en
las otras dos anteriores. El Ingreso Mínimo Vital era necesario, pero
insuficiente. Hacen falta más medidas.
MAREA VERDE
Temerosos ante la
pandemia vírica, nos olvidamos con frecuencia de otras emergencias menos
inmediatas, aunque no menos urgentes. Pienso en la crisis climática y sus
desastrosas consecuencias. Hace poco supimos que una parte importante del permafrost
siberiano se había descongelado. Eso ha liberado gran cantidad de metano a la
atmósfera, incrementando el efecto invernadero. La espiral del cambio climático
va camino de incrementarse exponencialmente, como si fuera la Covid-19. Y no hay
suficientes UCI para atender una crisis ambiental planetaria de la magnitud de
la que se avecina. El Sars-Cov-2 podría ser el aperitivo.
En Francia parece que
lo han tenido claro. El voto verde ha sido fundamental para frenar a la extrema
derecha. Con la popularidad de Macron a la baja y una izquierda desorientada,
el ecologista es el único voto que parece tener un proyecto de futuro para Francia
y para Europa. El inquilino del Elíseo se ha percatado enseguida. Le ha faltado
tiempo para convocar unos “estados generales verdes”. En lenguaje del
republicano, un grupo de ciudadanos elegidos por sorteo que darán diagnóstico y
aportarán soluciones. ¿Y los expertos?
Aquí,
EQUO, el partido que fundó López de Uralde en 2011, lleva años intentado aglutinar
el voto verde. Ante el fracaso de tan ardua misión, los ecologistas hispanos
han vuelto a la antigua táctica del contagio. Con mayor o menor suerte, lo
hacen en Compromís, en IU y en Podemos. Y ahora en el gobierno de coalición de
Pedro Sánchez. Una parte importante de la reconstrucción debería llevar su
sello. ¿Hay consenso?
URBANO GARCIA
Imagen: Concentración sindical ante las Cortes Valencianas. EDUARDO RIPOLL