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miércoles, 24 de junio de 2020

VIRUS


“Esta crisis no es el fin del mundo, sino el fin de un mundo. Lo que se acaba (se acabó hace tiempo y no terminamos de aceptar su fallecimiento) es el mundo de las certezas, el de los seres invulnerables y el de la autosuficiencia”. En su último libro, Pandemocracia, Daniel Innerarity reflexiona sobre la irrupción del virus SARS-CoV-2 en nuestras vidas, sobre la pandemia y la crisis causada por la Covid-19 y el rastro de muertes que está dejando a su paso. Una lectura necesaria en estos tiempos de extraña anormalidad.
El pasado 8 de marzo, yo también fui a la manifestación feminista por la igualdad que recorrió València. Estaba al corriente de los estragos que un nuevo virus causaba en Wuhan, capital de la provincia china de Huwei, pero creía que no era para tanto. Eso sí, aunque veía lejano el peligro, me llamaba la atención las extremas medidas sanitarias que tomaban los chinos. No era la primera vez que un virus de origen asiático encendía las alarmas. ¿Recuerdan la gripe aviar?, ¿y el SARS-1? Los chinos lograron reducir la amenaza de estos virus y el asunto quedó en una gran estafa a costa de las vacunas. Además, había peligros más próximos. El virus de la intolerancia y el fascismo, por ejemplo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) aún no había decretado la pandemia. “Más o menos como una gripe”, decían muchos expertos. Eso creía yo, a pesar de ser un poco hipocondriaco. Cuando en plena epidemia de SIDA, leí Zona Caliente de Richard Preston, cambió mi percepción de los virus, especialmente del ébola. ¿Qué pasaría si un día apareciese un virus con la letalidad del ébola, pero capaz de tener un largo periodo asintomático durante el cual fuese muy contagioso? Yo entraba en modo pánico con solo imaginarlo.  
El coronavirus que aún está entre nosotros, es peor de lo que pensábamos. El balance podría haber sido mucho más letal si no nos ponemos en cuarentena. Han sido tres meses, 14 semanas, casi 100 días, la mayoría de ellos recluidos en casa. Es el breve resumen del extraño segundo trimestre de 2020, en el que hemos descubierto qué es el confinamiento. Tres meses en los que nos hemos percatado de la seguridad, pero también de las incomodidades de las viviendas que habitamos. Cien días en los que hemos pasado de vivir con ansiedad la distopia en la que nos hundíamos, a la angustia de temer volar fuera del nido. Quienes pudimos, nos recluimos en nuestro confortable rincón. Nos encerramos con el horario y los coletazos del invierno, y ahora salimos en bañador y con playeras. Un salto al vacío, un largo paréntesis.
Casi al final de la cuarentena, hubo un momento en el que soñé que el mundo al que saldríamos sería distinto. Sería mejor, menos contaminado, menos estresante, más silencioso, más respetuoso con la naturaleza … ¡Qué equivocado estaba! El ser humano es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Y nos cuesta aprender. El virus que ha venido ni es el primero ni será el último. El SARS-CoV-2 nos ha pillado en un mundo globalizado, interconectado para lo bueno y para lo malo. Nos llegó con los pilares del estado del bienestar maltrechos tras años de neoliberalismo desregulador. Con una sanidad, ejemplar en muchos aspectos, pero mal preparada para hacer frente a una pandemia como ésta. Con unas sociedades en las que la desigualdad no para de crecer. Nunca nos hizo más falta un Estado que en estas circunstancias. Pero no un estado cualquiera. Necesitamos uno que sepa cuidar de su población, empezando por la más vulnerable. También echamos en falta unas instituciones internacionales que velen por la humanidad ante amenazas globales. No todo debe supeditarse a la economía.
Desde que este virus cruzó el umbral de nuestras vidas, no hemos dejado de confiar en la ciencia para hallar remedio. Eso que hemos avanzado. Ni rogativas ni pócimas milagrosas nos sacarán de ésta. Aunque sigue habiendo cazurros, no tienen mando en plaza. ¡Menos mal! Como en los buenos relatos, el final de la crónica sobre el tránsito entre nosotros del SARS-CoV-2 aún está por escribir.       

Imagen: Virus SARS-CoV-2 que causa la Covid-19. OMS

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