A perro flaco
todo son pulgas, y más en tiempos de pandemia. Cuando la crisis sanitaria llamó
a nuestra puerta, nos encontró desnutridos y famélicos. Con las defensas por los
suelos y el estado del bienestar hecho unos zorros. Y ya se sabe qué ocurre
cuando se carece de mecanismos para hacer frente a una pandemia: del cielo nos
caen los clavos que cantaba Gato Pérez. No hace falta ser martillo para que nos
ocurra. Sólo es necesario que algún desalmado nos deje sin paraguas para no mojarnos
cuando llueve. ¿Por qué somos el país de la Unión Europea que más fuerte golpeó
el coronavirus? ¿Por qué somos el que más rebrotes está sufriendo? Sin embargo,
fuimos quienes aplicamos antes y de forma más estricta medidas para evitar la
propagación de la Covid-19. ¿Qué nos está pasando? Para saber lo que nos ocurre
nada mejor que seguir haciéndonos preguntas. Seguramente algo tendrá que ver
los brutales recortes que durante al menos una década se han hecho a los
servicios públicos. Sanidad y educación salieron mal paradas. La inversión
pública en ambas está a niveles de principios del siglo XXI. ¡Hace ya 20 años! Una
parte importante del presupuesto para sanidad sirvió para alimentar la privada.
Un buen negocio en tiempos de bonanza, pero poco útil para sacar las castañas
del fuego en medio de la pandemia. La falta de personal sanitario y de Unidades
de Cuidados Intensivos colapsó la sanidad pública apenas inició la infección
vírica su escalada. El drama se cebó en las residencias, lugares de descanso
privatizados en los que la medicalización brilla por su ausencia. Mientras todo
va bien, no hay problemas. Todo se tuerce, cuando hay que atender emergencias.
Ahora llega el
turno de la educación. Como en sanidad, vemos con cierto estupor que, al menos en
parte, ha sido desmantelada. La ratio alumnos/profesor en nuestros institutos y
escuelas es de las más altas de Europa. Hace tiempo que sabemos que cuantos
menos alumnos por clase, mejor educación. Es de Catón. Centros educativos masificados.
Y el espacio, un bien preciado. El tamaño de las aulas no se puede estirar como
un chicle. Aumentar el profesorado es más fácil. Sólo hay que contratar. En
muchas comunidades se ha hecho tarde y mal. Y todo el mundo sabía que el curso
empezaba en septiembre. Habría que pedir responsabilidades. Nadie pone pegas a
invertir más en educación, sanidad y pensiones. Ya se tarda.
ABSORCIÓN
Le llaman
unión, pero todo el mundo sabe que se trata de una absorción en toda regla.
Hablo de la fagocitación de Bankia por parte de CaixaBank. El pez grande se
come al pequeño. En este caso no es difícil saber quién es el grandullón. ¿Es
bueno para el país? ¿Y para la ciudadanía? Para la banca está claro que es
buenísimo. No hay más que ver el termómetro de la Bolsa para ver la bondad de
la operación. Es la dinámica que impone el capitalismo, la concentración
empresarial buscando la máxima rentabilidad. La crisis sanitaria también ha
tambaleado los cimientos del poder financiero. La transformación del modelo bancario
que ya estaba en marcha antes de la pandemia, ahora se verá impulsado. La
crisis de 2008 obligó a concentrar las empresas. Esa ola se llevó una parte de las
entidades bancarias y dejó en los huesos el poder financiero valenciano. Las
arcas públicas salieron al rescate de los bancos. La mala e interesada gestión
de la poca banca pública que teníamos por parte de políticos sin escrúpulos -la
mayoría en nómina del PP, aunque no sólo-, llevó a Bankia a la bancarrota. Ahí
están los Rato, Olivas y tutti
cuanti para dar fe del expolio. Too big to fail, “demasiado grande para caer” nos dijeron los gurús del
capitalismo. Y le inyectaron a Bankia 24 mil millones de € públicos. Un préstamo a cargo del contribuyente del que
nada más se supo. Dicen los entendidos que con la fusión -perdón, absorción-
habrá más posibilidades de recuperar el supuesto préstamo. Otros argumentan que
la deuda podría servir para aumentar la participación pública en el nuevo
banco. Habrá que verlo. Como se dice en el juego del Monopoly, “la
banca siempre gana”. Un expolio legal.
NOTA: Ha coincidido en el tiempo el interrogatorio de la
jueza argentina Servini a Martín Villa por los crímenes durante la Transición,
con los indicios de delito por espionaje y uso de fondos reservados a la cúpula
del Ministerio del Interior en tiempos de Mariano Rajoy. No hace mucho, el ex
ministro Fernández Díaz se hizo famoso por su propuesta de crear una policía patriótica
en Catalunya. Un hilo conductor une ambos extremos separados por la friolera de
45 años. No es sólo el ex comisario Villarejo. También son unas formas y unos
métodos que creíamos erradicados en nuestro país. De aquellos polvos, estos
lodos.
URBANO
GARCIA
Imagen: Banco de Valencia sede de CaixaBank. JOSÉ CUELLAR
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