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martes, 29 de septiembre de 2020

DE LOS ERTE A LA PRIMARIA


Cuando estalló la pandemia, todo el mundo se llevó la mano a la cabeza, al corazón y a la cartera pensando en cómo iba a repercutir el virus en su economía doméstica. Los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) llegaron como tabla de salvación. Aún permanece en la memoria el desastre de 2008, cuando miles de familias vieron sus vidas truncadas por las medidas del gobierno. Había que reflotar la economía -es decir la banca- a costa de lo que fuera. Y pagó el pato poca ropa. Ahí está Bankia saliéndose de rositas sin devolver el generoso préstamo de 24.000 millones de € que le dio papá Estado. La banca era demasiado grande para caer, y las que cayeron fueron las personas y las familias más vulnerables. Entonces se aplicaron recetas neo liberales propias de un capitalismo de rapiña. “¡Es el mercado!, amigo”, dijo Rato sacudiéndose las culpas por la salida a Bolsa de Bancaja. Por ahora, nada de eso volverá a ocurrir.

Pero la negociación de los ERTE no ha sido fácil. Demasiadas necesidades que atender para un Estado tan escuálido. Demasiados sectores damnificados para satisfacer a todos. Una economía demasiado dependiente y con poco valor añadido para resolver en un plis plas sus deficiencias estructurales. A perro flaco todo son pulgas, y más en tiempos de pandemia. El turismo es nuestro salvavidas cuando todo va bien. Nuestro talón de Aquiles, cuando la cosa se tuerce. Algo habrá que hacer para romper esa inercia, digo yo.

 

TRABAJO Y SALUD

               Contrariamente a lo que pensábamos, la vuelta al trabajo no supuso un exagerado incremento de contagios. Tampoco parece que la vuelta al colegio haya influido. ¿O sí? Las cifras, no los datos, son tan elásticas que hasta Ayuso vende las suyas como si Madrid fuera el desierto de Gobi y no la megalópolis que es, una ciudad aluvión al borde del colapso hospitalario y ella, la supuesta timonel, jugando a la ruleta rusa con la salud de sus conciudadanos. Las banderas no la dejan ver el bosque. El pulso de Madrid al resto del Estado merece figurar en el catálogo de “segregacionismos de los ricos” del que hablaban Ariño y Romero. No hay trabajo sin salud. Lo que hay que garantizar es la salud. Y unos ingresos mínimos para sobrevivir, para eso están los ERTE. No dice la Biblia que el trabajo es una maldición divina, ¿en qué quedamos?

               La segunda ola de la pandemia llega con el otoño, estación de resfriados. La Covid-19 y la gripe tienen síntomas parecidos. Vacunarse contra la gripe es una forma de descartar el Sars-Cov-2. La infección vírica hay que pararla en los ambulatorios. ¿Cómo está nuestra atención primaria? Pues parece que no goza de muy buena salud, opinan muchos de sus obligados usuarios. ¿Falta de personal y medios? Eso seguro.

               La crisis sanitaria puede ser una oportunidad para ajustar cuentas con el déficit que arrastramos. En el debate sobre el estado de la comunidad se habló del horizonte 2027, y de la “vía valenciana del siglo XXI”.  Mejorar la sanidad y la educación públicas parece un buen destino para una parte de los 21 mil millones de € que nos tocarán gracias a las políticas europeas anti-Covid. Reformar el funcionamiento de las residencias también debería figurar en la lista de inversiones. Por no hablar del necesario cambio del modelo productivo, con ese New Green Deal que tanto se anuncia y que tan poco avanza. Eso es patriotismo.     

 

PATRIA

               Había expectación ante el anunciado estreno de la versión televisiva de la exitosa novela de Fernando Aramburu. La cita no defraudó. El día de la Patria valenciana también llega en medio de la pandemia. ¿Defraudará? Nunca contenta a todos. Este año la sorpresa la protagoniza Compromís. El reparto masivo de senyeras para colgar de los balcones es un cambio en el paradigma valencianista. Hace tiempo que el valencianismo dejó de mirar el retrovisor y pasó a pensar en cómo construir futuro. Nada peor que enrocarse en la melancolía de los paraísos perdidos. En el 82 se frustró la patria por la que muchos demócratas lucharon. Pero la patria no es sólo un himno y una bandera. “Mi patria son mis hermanos…”, cantaba Chicho Sánchez Ferlosio. Este 9 d’Octubre será atípico, como lo es todo desde que el virus Sars-Cov2 irrumpió en nuestras vidas, trastocándolo todo y obligándonos a recluirnos en nuestro caparazón. El virus pasará porque todo pasa. Tarde o temprano llegará la vacuna. Y la pandemia nos dejará un recuerdo de muertes, cuarentenas y mascarillas. Mientras tanto, bienvenidos los ERTE y a mejorar la atención primaria.

URBANO GARCIA

urbanogarciaperez@gmail.com

Imagen: Concentración sanitarios en defensa de la Sanidad Pública. TRIBUNA MÉDICA. 

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