En marzo se congelaron las estaciones.
Se congeló el tiempo y se confinó la primavera. Cuando cambiamos de estación, volvieron
a sonar ecos de confinamiento. A veces, la segunda ola es peor. ¿Lo está
siendo? No creo, aunque lo parece. Estamos más prevenidos. Y quisiera creer que
los servicios sanitarios están más preparados que cuando la Covid-19 demostró
ser mucho peor que una gripe. Las imágenes que nos llegaban de China nos
parecían exageradas y dignas de una “dictadura comunista”. Las medidas nos
recordaban demasiado el universo distópico que tan bien describió Ray Bradbury
en Fahrenheit 451. Nadie deseaba sumergirse en ese mundo de pesadilla. Los
chinos parece que han dejado atrás lo peor de la pandemia. O eso nos venden. Ya
se han puesto manos a la obra para liderar la próxima revolución industrial, ecológica
y sostenible.
La traumática primera ola del
Sars-Cov-2 la combatimos con una buena dosis de Estado de alarma. La decisión tardó,
pero llegó. La fórmula mostró su eficacia. Nada mejor que el distanciamiento
físico para combatir la angustiosa incertidumbre causada por el pánico a lo
desconocido. Descubrimos que en la retaguardia había hogares desabastecidos, poco
preparados para aguantar un “apocalipsis” vírico. Algunos neandertales tenían
cuevas más cómodas.
El confinamiento fue eficaz, pero tuvo
consecuencias mentales y económicas. Las primeras aún están por evaluar. De las
segundas no se cansan de hablarnos los medios de comunicación. Los humanos
somos una especie social. Nos realizamos estando en contacto, hablando, riendo,
jugando todo tipo de juegos -sin descartar los más arriesgados-, y fomentando
todo tipo de amistades, incluso las más peligrosas. Nuestra salud mental
depende de ello. La solvencia económica también afecta a nuestro estado de
salud. No hay más que ver como una y otra se influyen y condicionan. La
pandemia no está afectando a todos por igual. Como siempre, los pobres son los más
perjudicados. No todo el mundo puede reducir su movilidad sin que se resienta
su economía. La desigualdad también cruza la pandemia con su injusta y sangrienta
navaja.
MADRID
¿Economía o salud?, ¿ese es el
dilema? “Pongamos que hablo de Madrid”, como canta Sabina. La derecha
gobernante en la capital del Reino lo tiene claro: money, money... Es
cuestión de optar, de decidir prioridades. En eso consiste también la política.
El PP pone su ideología en el puesto de mando allá donde gobierna. Su
neoliberalismo le lleva a hacer negocio con todo cuanto gestiona. También con la
salud. Por eso no cree en la sanidad pública y universal. Con ella se acaba el
chollo. La sanidad valenciana fue laboratorio de los experimentos neoliberales
del PP. Ahí están el modelo Alzira y Ribera Salud como buena muestra. Una vez
cerrado el grifo valenciano, Ribera Salud acudió al manantial de la doncella
Ayuso. Fuente de la que ha obtenido más de 73 millones de € de dinero público
por hacer test y seguimiento de la pandemia.
Vivir mata. Cómo y dónde se vive, también
influye. Bien lo sabe la community manager de El Pecas (el chucho de
Esperanza Aguirre), que aplica en Madrid unas medidas anti pandemia con cierto tufo
clasista. El PP hace de la aporofobia su seña de identidad. Es verdad que las
condiciones de vida condicionan la vida que vivimos. Por eso es importante
mejorar las condiciones de vida en los barrios más humildes. Un tema muy alejado
de las preferencias políticas del PP. Aún no se ha oído ninguna voz en el
barrio de Salamanca pidiendo libertad para sus conciudadanos de las 37 zonas
madrileñas que desde el lunes 21 han tenido que restringir su movilidad. Ni se
oirán. Algo tendrá que ver la segregación social que se produce en las
ciudades.
PLA DE
XOC
El Estado autonómico permite comparar.
Hace unos días, en el debate sobre el estado de la comunidad, Ximo Puig anunció
un plan de choque para hacer frente a la pandemia. Más de 21 mil millones de €
para 410 proyectos de reconstrucción. El govern de coalició
del Botànic II -PSPV, Compromís, Unides
Podem- está mostrando su capacidad de llegar a consensos. Salir
de la crisis causada por la Covid-19 bien merece el esfuerzo. No es fácil teniendo
en cuenta que la valenciana es la comunidad peor financiada. Mientras tanto, llegó
el otoño y el virus sigue.
URBANO GARCIA
Imagen: Concentración en Madrid en
defensa de la sanidad pública.JAVIER LOPEZ (EFE)
No hay comentarios:
Publicar un comentario