Madrid rompe España. No es broma. Pero ha sido decirlo Rufián y armarse la marimorena. Felipe II hizo de Madrid la capital de la Monarquía imperial en 1561. Fijó su Corte en la Meseta, en un lugar de la Mancha al lado del Manzanares, y descartó Barcelona, la otra candidata. Madrid estaba y está en el centro de la península. Los caminos empezaron a entrar y salir de Madrid en un diseño radial digno de una utopía absolutista. Cuando los Borbones se hicieron con la corona hispánica, vieron en Madrid su nuevo París. Más lejos del mar y con un rio más pequeño, eso sí, pero con un imperio tras las bambalinas. De Sevilla y Cádiz salía la flota, pero eso era lo de menos. Lo importante era dónde llegaba el oro de las Américas.
Ser capital
imprime carácter. Cuando el franquismo pasó por encima de la II República y de
la democracia, hizo de Madrid la capital de su imperio de trampantojo y “zarzueleo”.
Durante 40 años, Franco concentró en Madrid gran parte del gigantesco aparato de
la dictadura y la burocracia a él asociada. Madrid, además de gozar de las ventajas
de ser capital del Estado, centralizó todo lo centralizable y lo siguió
centralizando cuando la descentralización hizo de la Capital también capital de
una autonomía creada exprofeso. Capital del Estado y capital autonómica sin más
identidad que serlo por partida doble. Sus símbolos identitarios: la plaza de
Oriente y el estadio Santiago Bernabéu. Hasta que el PP descubrió que el mejor
símbolo de Madrid era convertirlo en paraíso fiscal. Sirvan estas breves, superficiales
y sesgadas notas a modo de preámbulo.
¿Quién
puede bajar los impuestos sin que se resientan sus cuentas? Sólo quien obtiene ingresos
por otras vías. La fiscalidad autonómica deja poco margen de maniobra: parte
del IVA, un tramo del IRPF, y algunos impuestos como el de patrimonio o el de sucesiones.
Estos dos últimos, algo más importantes, están bonificados al 100% por la
comunidad madrileña. Un informe del Instituto Valenciano de Investigaciones
Económicas de la Generalitat (IVIE) sobre la fiscalidad de Madrid lo dice claro:
“sus beneficios fiscales se concentran considerablemente en los contribuyentes
de mayor renta y riqueza”. Eso es el dumping fiscal. Desde 2011, los
millonarios con residencia fiscal en Madrid han escamoteado al fisco unos 6.000
millones de €, sólo en el impuesto de Patrimonio. Estos “no ingresos” han
mermado las arcas públicas, repercutiendo en la calidad de los servicios. Servicios
que, por cierto, los ricos sólo echan de menos en tiempos de pandemia.
El PP
que hasta hace poco defendía la armonización autonómica a la baja, ahora defiende
los privilegios fiscales en Madrid para grandes fortunas. El PP ha encontrado
otra moto para vendernos: baja los impuestos. Habría que preguntarse a quién se
los baja. No sé si, además de Roig, habrá muchos valencianos que se
identifiquen con esa política fiscal sólo para ricos. Es difícil olvidar que la
Valenciana es la autonomía peor financiada, y una de las que recibe menos
inversiones del Estado. Así se construye la desigualdad.
Ayuso, adalid de la inequidad por gracia de Casado, se fue a Catalunya a vender su receta: bajar impuestos a los ricos y recortar servicios públicos a los pobres. Clave de bóveda del capitalismo. Ante la previsible debacle de C’s, el PP se ha lanzado a pescar en el supuesto caladero de votos catalán. Veremos qué dicen las urnas el próximo 14 de febrero. ¿Será un nuevo y sangriento San Valentín para las derechas?
HOSPITALES
El
famoso hospital de pandemias junto a Barajas, sin personal ni equipos, inaugurado
el 1 de diciembre a bombo, platillo y con cientos de banderas, iba a costar 50
millones y lleva gastados más de 100. ¿Quién paga los sobrecostes? ¿Quién está
pagando las autopistas radiales de Madrid? ¿Quién paga el lucro cesante del
proyecto Cástor frente a las costas de Castellón? Las políticas económicas
construyen vasos comunicantes para transferir recursos de un lugar a otro. No
es lo mismo dar mucho a los pocos que más tienen, quitando un poco a cada uno
de los muchos que tienen poco, que hacer una política fiscal más justa y
redistributiva. La economía es la madre de todas las políticas. Por eso es tan
importante saber que sin impuestos justos no es posible sostener el Estado del Bienestar.
Y como dice el magistrado Joaquim Bosch, “en un Estado Social hay que proteger
más a los enfermos que a los millonarios”. Pues dicho está.
URBANO
GARCIA
Imágenes: Skyline de Madrid.
Barbarella Blow.
Cada dia mejor análisis. Y recuerdo que cuando llegue aquí me recomendaste leer "La batalla de Valencia", que me dio la clave de tanto desproposito. Ojalá ahora nos pongamos bien las pilas, por lo que está en juego.
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