Así decía una de las muchas pancartas que ilustraron la gran manifestación celebrada en Valencia el 15-O. A estas alturas, no creo que haya que recordar los motivos de la protesta. Sólo decir que se trataba de una convocatoria mundial, “planetaria”, según algunos titulares de prensa. La idea partió hace meses de una pequeña asamblea de barrio de las muchas a las que dio lugar el 15-M. De un rincón de la geografía madrileña se extendió a todo el mundo. Es lo que tiene la globalización de las comunicaciones, han diluido las fronteras. Además el terreno está abonado para la siembra. Ante las políticas agresivas contra los más débiles; ante recortes a la sanidad y la educación públicas, pilares básicos de las sociedades modernas; ante los ataques a la cohesión social; ante la permisividad con quienes causaron la crisis; ante el reparto del botín por algunos sinvergüenzas sin escrúpulos; ante el auge de la insolidaridad; ante la intolerancia; ante el ensanchamiento de la sima entre ricos y pobres,… la dignidad llama a la puerta. Una parte importante del éxito de la protesta está ahí. Pero sería nefasto encandilarse en el auto elogio. Como dice Zigmunt Bauman, filósofo y sociólogo polaco, entrevistado por Vicente Verdú para EL PAÍS: “el 15-M es emocional, le falta pensamiento” y “la emoción es inestable e inapropiada para configurar nada coherente y duradero”. El pensamiento se va haciendo poco a poco, a fuego lento. Por eso es tan importante no perder la perspectiva. No confundir molinos de viento con gigantes. No dejarse arrastrar por populismos demagógicos que ponen a todos en el mismo saco. No todas las políticas son iguales, no todos los políticos se comportan de la misma manera. Hay diferencias. Y hay que saber distinguirlas para poder elegir en libertad. Porque de eso se trata, de saber elegir lo más digno.
AHORROS
Hace unos días, la secretaria autonómica de Sanidad, Manuela García, anunciaba el ahorro de 2,6 millones de euros mensuales al erario reduciendo el número de camas en los hospitales públicos de la Comunidad. Camas que, según la Conselleria, no se habían ocupado en meses dada la buena salud de los habitantes del país. En total serían 262 camas las que se “compactarían”, es decir suprimirían temporalmente. La medida, a pesar de ser modesta, no ha durado ni una semana desbordada por la demanda. Y es que la sanidad pública valenciana está al límite de sus posibilidades. Figuramos a la cola de España en número de camas por mil habitantes y muy lejos de la media europea. Aquí los recortes hace tiempo que se aplicaron. Ahora se trata de rebanar bien la bandeja de la sanidad y la educación públicas. Tras la sanitaria no ha tardado en presentarse otra medida estrella para el supuesto ahorro educativo: facilitar la inversión y gestión privada de centros concertados o totalmente públicos. Como si los centros educativos fueran autopistas. Saqueo y no sólo económico. El deterioro democrático avanza, ahora con la excusa de que no hay dinero. Hace falta mucha dignidad para acabar con tanto latrocinio.
MONAGUILLOS
Los de Juan Cotino son los más aplicados. No hay más que ver cómo se las apaña su asesor en Twiter mandando mensajes intimidatorios a Ana Pastor, la periodista de los Desayunos de TVE. Insultando además con cargo al presupuesto público. Y eso que el PP aún no ha ganado las elecciones. La chulería y el matonismo se enseñorean ya en el PP, y no sólo en las bases. Ángel Mínguez, el monaguillo de Cotino en les Corts, también es gerente de la Fundación Vives, creada por el propio Cotino para formar cuadros leales al sector católico del PP y que el Consell financia generosamente. No es ésta la única “obra de caridad” del actual President de les Corts. Siendo vicepresidente del Consell con Camps abrió las puertas a la red mafiosa Gürtel para que hiciera negocio con la visita del Papa. Y él mismo tiró de presupuesto público para pagarse estancias y viajes particulares y hasta una limusina para pedir “agua para todos” en Bruselas. En ese clima de dispendio, no extraña que la ex subsecretaria de la Conselleria de Medio Ambiente -de la que era titular Cotino- cargara sus gastos privados a la caja de la Conselleria. ¿Quién dice que no necesitamos una buena dosis de dignidad con tanto mangante y chupóptero?
URBANO GARCÍA