La revolución los creó, los románticos los institucionalizaron. A veces, entre dos de las fechas patrióticas que festejamos los valencianos, el 9 y el 12 de octubre, se levanta un largo puente que pone broche de oro a la holganza estival. Este año no ha sido así. Esta vez, además de separadas por dos jornadas laborables -para quien tenga la dicha de tener trabajo-, ha habido otras novedades. La crisis que todo altera, tampoco ha perdonado las fiestas. En el primer 9 d'Octubre presidido por Alberto Fabra, la sombra de la tijera se deslizó entre sotanas y capotes -toreros y religiosos han copado parte de los galardones autonómicos- amenazando lo poco que queda por recortar. “Tindrem que fer grans sacrificis”, dijo el Molt Honorable, mientras el ectoplasma de Camps vagaba por el Palau de la Generalitat como alma en pena. Por lo demás, sin novedad en el frente. También se ha notado que este 9 d’Octubre estamos en vísperas electorales. Esta vez, las caras del PP se han hecho más visibles si cabe, buscando el loor de la multitud al lado de la senyera. La derecha valenciana se siente a gusto con este festejo y sigue apropiándose de los símbolos sin ningún tipo de rubor. Este año, los y las concejales de Compromís han hecho todo lo posible por contrarrestar este secuestro. Elogiosa iniciativa aunque un poco inútil. Y es que aquellos polvos de la Transición siguen embarrando la política valenciana. Vicent Flor lo tiene bien documentado en su “Per ofrenar noves glòries a Espanya”, un manual imprescindible para no perderse en el laberinto de quienes albergan sentimientos patrióticos en esta tierra de inquisidores y conversos.
MITOS FUNDACIONALES
Toda nación que se precie los tiene. Y quién no, se los inventa. O las dos cosas. Los mitos fundacionales de Valencia están más o menos claros. O eso creíamos. Hay constancia de cómo Jaume I conquistó Balansiya -así llamaban los árabes a Valencia- en el Llibre dels Feyts (s.XIII): “enviam a dir al rey e raiç Abulhamalet, per tal que sabessen los christians que nostra era València, e que negun mal no·ls faessen, que metessen nostra senyera en la torre que ara es del Temple, e els dixeren que·ls plaïa. E nos fom a la rambla, entre’l reyal e la torre, e quan vim nostra senyera sus en la torre descavalgam del caval, e endreçam-nos ves orient, e ploram de postres uils, e besam la terra per la gran mercé que Deus nos havia feyta.”. Al margen de milagrosas apariciones, hasta que llegó la Transición no se cayó en la tentación de adaptar los hechos a los intereses particulares de determinados grupos. O eso parece. Alfonso García nos descubrió en el diario Levante que la reproducción del retablo de Marçal de Sax que decora la capilla de San Jorge en el exterior de la Catedral valenciana presenta cambios respecto al original. Las cuatribarradas han sido sustituidas por cruces de San Jorge. Y hasta el rey conquistador aparece en segundo plano, detrás del santo. Una burda manipulación histórica y artística digna de mentes torticeras. O sea que cuidadito con los mitos fundacionales que están expuestos a todo tipo de maniobras.
15-O, PROTESTA GLOBAL
¿Qué mitos fundacionales tiene Europa? Si pensamos en lo que ahora ocurre es fácil deducirlo: un pacto entre la banca y un reducido grupo de mandatarios. No hay más que estar atentos a la próxima jugada: una nueva inyección de dinero público para salvar a la banca privada de otro crac. Mientras, ¿qué pasa con los ciudadanos europeos? Lo sufrimos en nuestra patria: sacrificio, sacrificio y sacrificio. Y poco más. El cabreo va en aumento. No sólo aquí. Como el capitalismo, como la crisis, también la indignación es global. De la Puerta del Sol a Wall Street. El sábado 15 de octubre, un grito mundial de protesta se oyó en todo el planeta. Tres años después de iniciado el calvario de la crisis, los culpables no tienen escrúpulos en repartirse el dinero de las ayudas públicas –no hay más que ver qué hacen los ex consejeros de las cajas de ahorros españolas “salvadas” por el Estado-, mientras al resto de la ciudadanía se le corta la luz para que no vea la salida del túnel. Otro mundo es posible. Hay que iluminarlo y hacerlo realidad.
URBANO GARCÍA
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