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viernes, 4 de noviembre de 2011

PASARSE O NO LLEGAR

Es el shakesperiano “to be or not to be de la crisis que nos paraliza. Hace unos días, los presidentes del Consejo y de la Comisión Europea dijeron comprender la indignación de los indignados con la austeridad defendida por la Unión. A renglón seguido puntualizaron que los recortes en el gasto público eran necesarios para salir de la crisis. No es cierto. Hay otras formas de hacerle frente. La indignación no es sólo por lo que dicen y no hacen, también indigna ver lo que hacen y dicen. Y lo que no dicen y hacen. Islandia es un ejemplo de cómo afrontar la crisis sin que la paguen quienes menos tienen. Pero esa solución no le interesa a la mayoría gobernante en la Unión Europea. Por eso la ocultan. Islandia optó por sentar en el banquillo a los culpables, y poner en vereda a la descontrolada banca privada. En vez de inyectar dinero a las entidades financieras para que siguieran especulando con la felicidad de los ciudadanos, decidieron ayudar a éstos para que solventaran mejor las penurias de la crisis. Y no les ha ido mal. Hace unos días, el Premio Nobel Paul Krugman recomendaba mirar a Islandia. Por contra, las recetas de la UE, del FMI y de la derecha económica y política, están generando más dolor en quienes menos tienen. “Rescatar a los bancos mientras se castiga a los trabajadores no es, en realidad, una receta para la prosperidad”, dice Krugman. La anorexia no es un método recomendable para adelgazar.

VOLVER
                Sueña el PP con su regreso. Tanto que Rajoy ya se ve en la Moncloa. Tal vez por eso ha desvelado su secreto más preciado: su programa económico. Y qué propone el PP. Ni más ni menos que volver al pasado. No al franquismo, ¡no! De la autarquía reniegan todos, incluso los franquistas. Lo que propone Mariano es volver a los tiempos en los que la burbuja inmobiliaria crecía y crecía sin que nadie le pusiera freno. Lo que propone Mariano es desregular más los mercados, aflojar el control financiero para animar el enriquecimiento rápido de unos pocos a costa de la miseria de muchos. Claro que como todo tiene su ritmo, el enriquecimiento antecede a la ruina y para cuando ésta llegue que arree el que venga detrás. En tierras valencianas no han dejado de aplicar la receta, y así nos va. Y es que aquí han vuelto sin haberse ido. Encabezamos la destrucción de empleo, y estamos a la cola en crecimiento del Producto Interior Bruto. Esa es nuestra miserable realidad. Y qué nos propone el PP para superarla. Pues poner en marcha el bombín de las ayudas públicas para hinchar la próxima burbuja inmobiliaria. Y eso antes de que la anterior pierda su presión. Y así hasta que no quede ni un ápice de territorio sin cementar.
                Poco antes de iniciarse la campaña electoral, el Conseller de Hacienda presentó los Presupuestos de la Generalitat para 2012. De austeridad dijeron, y austeros son, aunque no con todas las partidas. Mientras que disminuyen las destinadas a crear empleo, se incrementa el dinero público para financiar los mal llamados “eventos”. O sea que más para la Fórmula 1 y menos para los parados. Más para la Volvo Ocean Race y menos para el fomento del empleo,…y así podría seguir hasta agotar la nómina de saraos para pijos. Unos presupuestos que son más de lo mismo. Claro que con la excusa de la crisis se pide un plus a los de siempre para que se aprieten un poco más el cinturón. Indigna tanta desvergüenza.     

VOTAR
                Indignarse es necesario, pero no suficiente. Cada vez lo piensa y lo dice más gente. El último, Pietro Ingrao, un sabio anciano comunista en la Italia de Berlusconi. El reto es transformar esa indignación en cambio. Y no estamos tan sobrados como para renunciar a derechos. Por eso desde Anonymous han lanzado un vídeo llamando al voto el 20-N http://youtu.be/9xqhbx_DYoI. Piden un voto reflexivo. No les vale la abstención ni el voto en blanco que benefician a los partidos grandes. Anonymous propone romper el bipartidismo optando por los pequeños, o con el voto nulo como última forma de manifestar la protesta. Todo menos abstenerse. Y es que en las urnas también vota la indignación.  
URBANO GARCÍA

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