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jueves, 12 de enero de 2012

EL JUICIO

Las sesiones del que está celebrando el Tribunal Superior de Justicia valenciano, en el que se sientan en el banquillo el (ex) Molt Honorable y su escudero, Camps y Costa, están siendo de lo más entretenidas. Es una lástima que la televisión autonómica, tan necesitada ella de reclamos de audiencia, haya despreciado la magnífica oportunidad de ganar unos cuantos tantos. Claro que teniendo en cuenta quién y cómo la dirige no es de extrañar que primen criterios censores sobre los informativos. Es lo que tiene regir un medio de comunicación tan importante desde la ideología y no desde la profesionalidad. Pero eso es lo que hay desde que el PP gobierna la barca valenciana. Vamos a la deriva, sin timón y con una brecha de agua en el casco de mil demonios. Las sesiones están teniendo un gran impacto mediático –esa repercusión que tanto gusta al PP valenciano y a la aún directora del IVAM- gracias, entre otras cosas, a la posibilidad de volver a oír, en vivo y en diferido, las entrañables conversaciones telefónicas que mantenían los dos encausados con la cúpula dirigente de la red mafiosa. Toda una revelación para el conocimiento de las verdaderas entrañas de ciertos personajillos de nuestra vida política. Lo dicho, una lástima que Canal 9 haya optado una vez más por la opacidad, despreciando su papel como servicio público. Más inexplicable si cabe cuando se acerca la hora de las rebajas, digo de los recortes.   

EL RÁCANO
                Así llegó a definir el abogado defensor, Javier Boix, a su cliente, Francisco Camps, “¡Pero si hasta dicen que es racanillo y le llaman el curita!”, dijo Boix como principal argumentario a favor de su defendido. Acompaña Camps últimamente sus apariciones públicas con indumentaria de escanyapobres. Luce traje de chaqueta barato de confección y en las muñecas los abalorios de mercadillo han sustituido al reloj de lujo. Eso y las múltiples cintitas de colores a modo de amuletos le dan un aire de persona casi normal. Su atuendo de endiosado con presillas italianas para marcar trasero lo deja colgado en el armario de su casa. Hipocresía y cinismo de sacristía. No es el único. Hasta el matrimonio Aznar-Botella casan a su primogénito fingiendo una falsa austeridad. Y es que el recuerdo del boato en la boda escurialense de su hija con Alejandro Agag solo causa rubor. Sobre todo cuando recordamos el desfile de chorizos luciendo sus mejores galas por la explanada del monasterio. Es la mejor prueba de la estrecha relación que el presidente del PP mantenía con los capos de la red mafiosa. Pero esa es otra historia, o no.   

EL CONFESOR
                Entre los escasos fieles a las sesiones judiciales están Consuelo Císcar –más entregada en acudir al tribunal que en atender sus obligaciones al frente del IVAM- y Juan Cotino, confesor y asesor espiritual de Camps. El actual president de les Corts codirige en la sombra una espesa trama de fundaciones, inmobiliarias, residencias de ancianos, y otros negocios dedicados a parasitar los presupuestos públicos. Su cohorte de monaguillos ocupa destacados puestos en las administraciones gestionadas por el PP. Una de esas fundaciones, la Vives, ha recibido del Consell casi 300.000 euros por montar visitas turísticas y reuniones de partido con empresarios. Un despilfarro más de las arcas públicas. Un saqueo intolerable mientras el PP aplica todo tipo de recortes al estado del medio estar. La fundación Vives saltó a la opinión pública cuando uno de sus dirigentes, asesor de Cotino en les Corts, se dedicó a enviar mensajes intimidatorios a la periodista de TVE Ana Pastor desde la blackberry regalada por la institución valenciana. Todo una muestra del talante ético y moral que profesa la secta meapilas del PP valenciano.
                Es difícil de asimilar para el común de los mortales la larga lista de despropósitos que blande el gobierno de Fabra, heredero del de Camps, Olivas y Zaplana. Ningún territorio del Estado suma tantos despilfarros. Aquí tenemos de todo. Aeropuertos sin aviones, entidades financieras en estado de coma, farmacias sin medicamentos, centros de investigación sin investigadores, y unas arcas autonómicas totalmente esquilmadas. Unos datos que solo creíamos posibles en un país gobernado por Alí Babá.

URBANO GARCÍA

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