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miércoles, 25 de enero de 2012

EL NAUFRAGIO

Cuando un barco se va a pique, quienes peor lo pasan son los que están a bordo. No hay más que ver y escuchar los testimonios de los pasajeros y la tripulación del Costa Concordia para percatarnos de la dimensión de la tragedia. Oír la grabación de las conversaciones del capitán la noche del naufragio lo que da es indignación. “¿Cómo que ha abandonado la nave? ¡Suba a bordo, hay muertos!”, abroncaron desde la Capitanía Marítima de Livorno al capitán Francesco Schettino que había abandonado la nave en pleno desastre. ¿Cómo se puede poner una nave de esas dimensiones y con más de 4.000 pasajeros en manos de un irresponsable? Pues eso mismo me preguntaba yo reflexionando sobre el hundimiento de la economía valenciana. ¿Cómo es posible que hayamos puesto al timón a tanto irresponsable? Ya se sabe que la náutica es un filón a la hora de hacer metáforas y, con la que está cayendo, más si se trata de una tragedia.

LAS RATAS
                Son las primeras que abandonan la nave cuando barruntan que el mar irrumpe en las sentinas. Aquí aún no se ha producido la espantá, pero no se descarta dado el cariz que está tomando la economía valenciana. Precisamente, el primero en hacer mutis por el foro ha sido el ex Conseller de este negociado, Enrique Verdeguer. Dicen los que le conocen que su perfil académico le impedía adoptar determinadas medidas sin que se le rompiera alguna víscera. Su sustituto, Máximo Buch, no tiene tantos remilgos. Es un tecnócrata. Vamos, como los presidentes puestos en Grecia e Italia por Merkel y Sarkozy, la pareja que pilota la Unión Europea. En otros tiempos, la derecha tiraba mano de la cantera castrense, ahora se conforma con algún Chicago Boys, uno de esos ultraliberales seguidores de Milton Friedman tan duchos en el arte de desmontar el estado del bienestar. Así lo ha hecho Mariano en el gobierno de España con Luis de Guindos y Fabra, Alberto, no iba a ser menos. Don Máximo se ha estrenado anunciando “que las vamos a pasar canutas”. Y no hay que tomárselo a broma. Aunque él seguro que no está en esa nómina.
Quienes ya las están pasando canutas son los miembros del mundo educativo. A muchos de ellos ya les ha llegado el frío polar. Y es que la Conselleria ha dado órdenes a los centros para que no se pague ningún recibo y lo primero en cortar ha sido la calefacción. Así es que algunos zagales y zagalas acuden a sus aulas abrigados con mantas, rememorando imágenes de la España autárquica. Claro que como estamos en la era de la información, no ha faltado quien ha colgado las fotos en internet, para gran disgusto de quienes nos han llevado a esta ruina. Ocurrió en el instituto Vila-Roja de Almassora. Y a las autoridades competentes no se les ocurrió mejor sanción que expulsar temporalmente del centro al autor de la fotografía. Eso sí que encendió el escándalo, convirtiéndose en un aliciente más para la gran manifestación que el sábado 21 recorrió las calles de Valencia en contra de los recortes en educación. Y vendrán más. “Ya sabemos quienes son y no les tenemos miedo”, como dice Naomi Klein.   

LA RECESIÓN
                Antes del 20N las cosas iban mal, ahora van peor. La recesión llama a la puerta. A la de los valencianos y a la del resto del estado. Las medidas de austeridad aplicadas con entusiasmo por la derecha gobernante están contrayendo el mercado interior hasta niveles nunca vistos. El descenso de la demanda interna arruina a las pequeñas y medianas empresas, las que más empleo crean. A las grandes, a las que dependen más del mercado exterior, no les afecta tanto la crisis. “Los recortes presupuestarios no hacen más que aumentar el riesgo de recesión”, lo dice alguien tan poco sospechoso de izquierdista como Christine Lagarde, directora gerente del FMI. Y hasta Sarkozy parece dispuesto a implantar una tasa –tipo Tobin- sobre las transacciones financieras. Pero el cilicio de la Merkel arrastra a Europa al abismo.
                Nosotros hace tiempo que estamos en números rojos. Y no por “haber vivido por encima de nuestras posibilidades”, como pretende culpabilizarnos el Molt Honorable, sino por la mala gestión de unos gobernantes manirrotos que saquearon cuanto pudieron y nos trajeron la actual ruina. Ni Camps ni Fabra, don Carlos –a pesar de su fiaza-, ni Zaplana pagarán nunca todo el mal que nos han hecho.

URBANO GARCÍA

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