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lunes, 29 de octubre de 2012

SÍMBOLOS VISCERALES

    
Vivimos tiempos de vísceras. Tiempos viscerales, podríamos decir. Aunque no tanto como en épocas en que la visceralidad se dirimía a mamporrazos. En algo hemos evolucionado. Pues a pesar de eso, la casquería está al orden del día. No hay más que oír a algunos tertulianos amb molt poc trellat, como Mariló Montero en la tele pública, para percatarnos de toda la bazofia que con la excusa de hablar de vísceras nos meten en nuestro coco. “Yo no querría esos órganos. No está científicamente comprobado, pero nunca se sabe si ese alma está trasplantada también en ese órgano”, dijo Mariló tras alegrarse por la decisión de la Organización Nacional de Trasplantes de no usar, por motivos que nunca se hacen públicos, los órganos de Juan Carlos Alfaro, autor de la tragedia de El Salobral (Albacete). La visceralidad de Mariló se convierte así en coartada para su ignorancia.
Vísceras como símbolos de nuestro tiempo. Y viscerales suelen ser las apelaciones a algunos símbolos, ahora y siempre. Patria, bandera, himno,… a menudo llevan consigo un toque a eso que llamamos corazón. Tras el llamamiento exacerbado a los sentimientos, con frecuencia viene el fanatismo, la exclusión y la bronca. Nada nuevo. Del tema sabemos mucho los valencianos. Durante la Transición, nuestros sentimientos fueron manipulados con espurios fines políticos. Una maniobra dirigida por una derecha que, tras la muerte del dictador, dominaba muchas instituciones y usó la visceralidad para combatir a la izquierda hegemónica. Lecciones de la historia. Suele ocurrir que cuando la derecha barrunta problemas se inviste de patriota para concitar adhesiones. Funciona si no se está prevenido. Ahora, un PP valenciano en apuros quiere tapar sus vergüenzas apelando al patriotismo. A estas alturas, muy pocos caen en la trampa.

PATRIOTISMO
                De poco sirve apelar a los símbolos cuando la caja está vacía. Ya se encargaron los falsos patriotas de malbaratar los caudales. La Generalitat está en bancarrota tras años de excesos. “No entiendo cómo después de la bacanal queda algo de dinero para pagar a los funcionarios cada mes”, decía el periodista Xavier Latorre en un artículo reciente. Milagro es que no se oigan en la calle más voces de protesta por la incapacidad del Consell para solucionar los problemas, creados en gran parte por los mismos que siguen gobernando. Nuestra economía está en estado de coma. El tejido industrial desmantelado. El campo sembrado de urbanizaciones inacabadas. Uno de cada cuatro valencianos/as en el paro. Una de las tasas más altas de toda la Unión Europea. Y sigue creciendo. Nuestra financiación es una las peores del Estado. Y eso que según el PP, con Rajoy en la Moncloa mejoraría. Pues vamos a peor. Tan solo hay que echar una mirada a los Presupuestos Generales. A la injusticia, el Consell suma ahora el ridículo al ser rechazadas sus enmiendas por el fuego amigo del mismo partido que lo sustenta, el PP. Del recorte no se salva ni el eje mediterráneo, al que el gobierno de Rajoy da un golpe de gracia al desviar las inversiones hacia el eje central. Elección puramente ideológica. ¿Y qué decir de las entidades financieras? Extinguidas tras enladrillar el país. Eso sí, dejando un reguero de cadáveres.
               
DRAMAS
                Tenía que pasar y pasó. Es lógico, la cuerda está demasiado tensa. La gente sufre y algunos llevados por su desesperación cruzan la frontera de lo irreversible. Ocurrió en Granada. Volvió a ocurrir en Burjassot con final menos trágico. Ocurre en otros sitios, pero no se dice o no queremos oírlo. La crisis mata, literalmente. Ya no es sólo un grito en una pancarta del 15M. Esa cruel realidad está llamando a nuestra puerta. No vivimos en un estado fallido. No somos Grecia ni Túnez, aunque algunos con sus políticas estén empeñados en que lo seamos a velocidad de crucero. Hasta ahora, nadie desde el poder –ejecutivo, legislativo o judicial- ha hecho caso a las voces que claman contra los desahucios. Las voces de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, de los partidos que piden la dación en pago, incluso la Iniciativa Legislativa Popular siguen siendo ninguneadas por quienes tienen responsabilidades de gobierno.     
Los mismos bancos que inflaron la burbuja inmobiliaria con créditos baratos para todo el mundo, aplican una ley de 1909 para desahuciar a quienes no pueden hacer frente a su hipoteca. Incluso aquellos bancos que se han salvado del naufragio gracias a la inyección de dinero público aplican la ley con frialdad de usurero. No tienen escrúpulos para dejar sin techo a la gente. No es justo, ni aquí ni en Constantinopla. ¿Es que el gobierno no piensa hacer nada para frenar esta barbarie? ¿Es que el Consell no tiene nada que decir ante la extensión de estos dramas?
URBANO GARCÍA
urbanogarciaperez@gmail.com

FOTO: Urbano García 

GENTES POBRES, POBRES GENTES

             Vivir por debajo del umbral de la pobreza –como vive ya uno de cada cinco españoles, según Cáritas y el Instituto Nacional de Estadística- no significa necesariamente ser pobre de espíritu. Y viceversa.
                Sin llegar al terrible cuadro dibujado por Dostoievski en Pobres gentes sobre la vida de muchos rusos a mediados del siglo XIX, una parte importante de europeos son arrojados cada día a la marginalidad. El reconocimiento a la labor de los bancos de alimentos con el premio Príncipe de Asturias es una buena muestra de que cada vez hay más ciudadanos en nuestro país que viven de la caridad. Es el precio que estamos pagando por una crisis cuyos causantes se han ido de rositas, dejándonos la factura sin pagar.
Las sociedades europeas se empobrecen a pasos agigantados. Afecta ya a las clases medias. Pero quienes peor lo están pasando son los que viven de su trabajo y se quedan sin él. El tsunami del paro sigue creciendo con el “austericidio”, en palabras de Joan Baldoví, diputado de Compromís-EQUO, que supone las políticas de austeridad que aplica la derecha europea, entre la que está el CDU de Merkel y el PP de Rajoy. Se trata, por tanto, de una agresión a nivel europeo contra las clases medias y las más desfavorecidas. Como dijo Susan George hace unos días en Valencia, los más ricos van ganando la no tan soterrada lucha de clases que estamos viviendo en Europa. ¿Hasta cuándo?
Toda la Unión es un campo de batalla. Por eso la respuesta que se plantean los sindicatos y la Cumbre Social sólo puede ser europea. Ese es el espíritu que late en la Huelga General convocada para el 14N. El mismo día que el sindicato mayoritario de Portugal, la Confederación General de Trabajadores Portugueses, hará un paro general, y en toda Europa habrá una jornada de movilización promovida por la Confederación Europea de Sindicatos.
Una de las pocas enseñanzas que podemos extraer de esta crisis es que la internacional de la derecha europea se pliega sumisa a los intereses de la derecha alemana, únicamente preocupada por que sus bancos sigan ordeñando a la vaca europea. Es en ese terreno en donde hay que combatir sus políticas. Un terreno que parece abandonado por la socialdemocracia. Los partidos socialistas europeos no parecen tener un modelo distinto de Europa del que tiene la derecha. Así lo percibe una gran parte de la ciudadanía que reclama otra Europa más democrática, solidaria y justa.

URNAS
                Mientras el gobierno de Rajoy pergeñaba unos presupuestos que nos hundirán más en la miseria, Euskadi y Galicia votaban. Con matices importantes, en ambos territorios ganó la derecha. En Galicia, un Feijóo vestido de gaitero perdió votos pero ganó escaños gracias a la abstención de una parte importante del electorado socialista y a una injusta ley electoral. En el País Vasco, el nacionalismo de derechas –el PNV- volvió a demostrar su hegemonía, con o sin Bildu. El electorado ha premiado opciones unitarias y plurales como la articulada en Galicia en torno a ANOVA por Beiras.
Ni en un caso ni en otro, aunque mucho más claro en el vasco, las urnas han validado la política de recortes del ejecutivo de Rajoy. Pero el PP hace otra lectura. Le conviene. La victoria de Feijóo le servirá para dar otra vuelta de tuerca al país. Más retrocesos en igualad y en justicia. Se verá en los Presupuestos Generales, y más cuando tengamos que pagar el rescate europeo a la banca. Son muchas las voces que se oponen a que la ciudadanía cargue con una deuda privada e injusta, como denuncia Compromís. Una deuda contraída por las malas prácticas de los mismos bancos que todos los días desahucian a cientos de personas. Al menos deberíamos exigir ser consultados sobre qué estamos dispuestos a pagar por este rescate a la banca. Pero al PP parece que no le interesa demasiado saber qué piensa la gente. Prefiere escudarse en su mayoría absoluta para, sin pedir opinión a la ciudadanía, socializar pérdidas y privatizar beneficios. Los de las SICAV y los de algunos mafiosos que han esquilmado las arcas públicas.

MAFIAS
Aquí no nos privamos de nada. Hasta la red mafiosa tejida por Gao Ping extendió sus tentáculos por esta tierra que tantas oportunidades ofrece a los corruptos. Seguro que el amor al arte llevó a Gao a fijarse en el IVAM regentado por Consuelo Císcar. Seguro que fue el valor artístico lo que le llevó a montar exposiciones de Rablaci (Rafael Blasco Císcar) en el país asiático. Seguro que al marido de Consuelo le pasaron desapercibidas las posibilidades de negocio -por no decir de blanqueo- que le ofrecía El emperador. Son conjeturas, pero teniendo en cuenta la antigua admiración de Rafael Blasco por Mao no sería extraño que entre tanto chino se sintiera como un nuevo mandarín. Pobres gentes.

URBANO GARCÍA

jueves, 18 de octubre de 2012

RESACA FESTERA


Del 9 al 12 de octubre hay un abismo, es la distancia que separa una expansión territorial fronteriza de una transoceánica. De la conquista por Jaume I de la Taifa de Balansiya (como se llamaba entonces Valencia) al redescubrimiento de todo un continente. Fueron poco más de dos siglos -de 1238 a 1492- pero cambiaron tantas cosas que en la muda se pasó de la Edad Media a la Moderna. De la construcción de un estado cuasi federal –eso era más o menos la Corona de Aragón- a la de un imperio en el que “no se ponía el sol”. ¡Ahí es na! Mucho debió cambiar la mentalidad de aquellos conquistadores para que de cristianizar a musulmanes se pasara a exterminar amerindios. O tal vez no. El caso es que ambas conmemoraciones coinciden en la misma semana, levantando  entre ellas un espléndido acueducto festivo –para quien pueda- que acentúa nuestra mala fama en la luterana Europa.
Pasadas las fiestas, toca ponerse a trabajar. O al menos aparentarlo. Así lo hizo el Molt Honorable que cogió los bártulos y se fue a hacer las américas, o sea las “alemanias”. Es decir, a pedir dinero al feudo de la Merkel. “Vamos a promocionar nuestros valores turísticos, nuestras urbanizaciones a precio de saldo y nuestros campos de golf en medio del secarral”, debió pensar Alberto Fabra.  Así que con la manta al coll i el cabasset, el President y un par de consellers se fueron para Berlín. Por cierto, entre ellos no iba la titular del ramo a promocionar, ocupada en otras lides. Quien sí se apuntó fue la de Educación, que como una walkiria reencarnada se sintió atraída por la idea de “valencianizar” Germania, emulando al Ministro Wert que el día de la hispanidad hizo un llamamiento para españolizar Catalunya. 

ESPAÑOLIZANDO
                Lo dicho por el ministro de Educación tiene guasa viniendo de un catalán. Claro que conociendo sus antecedentes de tertuliano en emisoras de extrema derecha no extrañan esos deslices ideológicos. Simplemente se equivocó de audiencia. Ahora, como ministro, tiene que medir más sus palabras. Su propuesta de “españolizar Catalunya” fue como echar gasolina sobre las ascuas encendidas de un nacionalismo ascendente. ¡Más madera!, es la guerra. Pero no fue un desliz. Rajoy aprobó con su silencio, y el titular de Justicia, otro ministro abducido por el extremismo, fue más lejos al hablar del imperio de la ley para abortar cualquier consulta popular en Catalunya. A este paso, la mayoría absoluta de CiU está más que garantizada. Gracias al PP, claro. Si los resultados electorales en el País Vasco son como los que apuntan las encuestas, también Euskadi estará gobernada por partidos nacionalistas tras las autonómicas. Al PP sólo le falta perder Galicia, la niña de sus ojos, para probar las hieles de la derrota. Y no es descartable. Estos días se cumple el décimo aniversario del desastre del Prestige, coincide con el inicio del juicio y todo el mundo recuerda “los hilillos” con los que Mariano despachó el peor accidente de un  petrolero en las costas gallegas.
                También por tierras valencianas se barrunta el fin de una era hegemonizada por la derecha. La última encuesta de Metroscopia daba casi por segura la pérdida de la mayoría absoluta del PP. Y aunque este tipo de datos siempre son cuestionables, por su limitado rango y por estar en teoría aún lejos de las elecciones, apuntan algunas tendencias del voto. El PP intentará evitar su hundimiento recurriendo a un manido y trasnochado anticatalanismo. Y la oposición de izquierdas tendrá que ponerse las pilas para que esas tendencias tan favorables para ella se confirmen en las urnas.  

PENSADORES
            Como augures del cambio, el lunes 15 de octubre pasaron por Valencia dos figuras del pensamiento contemporáneo. El economista francés Serge Letouche, ideólogo del decrecimiento, habló en la NAU, invitado por Claustre Obert de El País, sobre la crisis y sobre la necesidad de cambiar las bases en las que se sigue sustentando el desarrollo económico occidental. En el Rector Peset quien habló fue Susan George. Su conferencia abrió el máster de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho. La pensadora y escritora franco-americana autora de Informe Lugano, entre otras obras clave del movimiento anti globalización, habló de la crisis de los derechos humanos y del ataque que está sufriendo la democracia en manos de los neo liberales. Para Susan George, que verá próximamente editado su último libro en nuestro país, al capitalismo le molesta la democracia, por eso intenta anularla o limitarla si se interpone en su camino y le impide sus negocios. No hay más que ver qué pasa en Italia, o sin ir tan lejos, qué hace el propio gobierno de Mariano Rajoy, para quien la democracia hace tiempo que no es más que un estorbo.

NOTA: Europa Laica, una asociación que defiende la total separación entre iglesia y Estado, se presentó por fin en Valencia. El acto contó con un lleno absoluto, lo cual demuestra el gran interés que existe en nuestra sociedad por sacudirse el olor a sotana y sacristía. 

URBANO GARCÍA

NECROSIS


En la primera fase el cadáver está rígido. Rigor mortis dicen los forenses. Poco a poco los órganos más blandos se van descomponiendo y el olor pútrido comienza a adueñarse del ambiente. En condiciones favorables, a los pocos días el cadáver es una masa putrefacta sólo reconocible por su esqueleto y su ADN. Algo parecido le pasa a la sociedad cuando los elementos se conjuran para ir matando su vida. Le ocurre también a algunas instituciones incapaces de combatir de forma eficaz la necrosis que las mata. El proceso de descomposición puede durar más o menos, pero el final siempre es el mismo. Muchos piensan que el actual sistema de representación política adolece de demasiados defectos. Que sufre una necrosis acelerada por su falta de adecuación a los tiempos. Le pasó al franquismo, le ocurre también a la democracia. Y no se trata de ponerle adjetivos, si no de que la democracia sea lo que realmente dice ser. Tal vez por eso hay tanta desafección de la política. Una de las principales causas es la falta de sensibilidad social por parte de los principales partidos políticos, convertidos en máquinas de ganar elecciones sin importar a qué precio.

IMPUTADOS
                Nada menos que diez hay en nuestro parlamento autonómico. Conforman ya el tercer grupo en les Corts Valencianes. Y todos provienen del mismo campo, del PP. Por algo será. Posiblemente la derecha valenciana haya sido la más afectada por el declive de las ideologías. Nunca tuvo otra que la de sumar intereses en contra del progreso de la sociedad en su conjunto, disfrazándola de protección a la libertad individual. Su liberalismo fue de boquilla. Por eso no medró hasta que tuvo poder y capacidad para corromper o ser corrompida, tanto monta. La única ideología que alcanzó suficiente grado de consenso como para ser bendecida por el PP valenciano fue la del máximo lucro privado. Y así nos va, con el país hecho unos zorros. El saqueo al que fuimos sometidos tuvo una vertiente legal. Sin ella hubieran sido imposibles muchos de los desmanes cometidos. Y hablo de la legislación sobre el suelo, pero también de los conciertos educativos, o del modelo sanitario. No hace falta citar la opacidad con la que el PP ha trufado toda su gestión, un instrumento del que se ha valido para tapar corruptelas y negar obviedades.
                Al contrario de lo que piensa y dice el Molt Honorable, no contar con imputados en la dirección del partido es condición necesaria pero no suficiente. Lo tiene claro Sonia Castedo, imputada por el caso Brugal y aún alcaldesa de Alicante. "Nunca me he planteado la posibilidad de dimitir del cargo al frente del Ayuntamiento”, dijo la edila tras renunciar al escaño de diputada. O sea que se va pero se queda. Y es que el sillón del Consistorio es demasiado goloso, y Sonia pretende encabezar la lista de su partido en las próximas municipales.
A medio irse o medio quedarse también está Blasco. El presunto Roger Rabbit, además de conseguir para su mujer una canonjía en el necrosado CVC, parece que acumula una buena pensión. ¿No es hora ya de jubilarse?

LA CALLE
                …Está que arde. La indignación sube enteros mientras el gobierno maniobra para ocultar el coste del próximo rescate a la banca. Pero no solo de ocultación y mentiras vive el PP. La represión es uno de sus instrumentos preferidos para acallar el malestar. Se vio en Valencia durante la primavera de 2011, y se ha visto en Madrid a finales del mes pasado. Con la excusa de un supuesto asalto al Congreso de los Diputados, miembros del gobierno y adláteres salieron en tromba como un coro de tertulianos cavernícolas para satanizar unas protestas que terminaron siendo protagonizadas por brutales cargas de la policía y numerosas detenciones. De la infamia pepera no se libró ni la Justicia. “Pijo ácrata”, así tildó el PP al juez Santiago Pedraz por dejar en libertad sin cargos a los detenidos –algunos preventivos- del 25S y señalar algunos de nuestros déficits democráticos y algunos de los males que aquejan la política en nuestro país.
                Eso que llamamos desafección también tiene que ver con el desgobierno. La semana patriótica que ahora acaba tuvo como preámbulo la negativa del grupo popular valenciano a dar su voto a los consejeros pactados con la oposición para administrar el futuro de Canal 9 tras su jibarización. Tuvieron que rectificar poniendo en ridículo su actuación. Una muestra más de que la barca del gobierno valenciano va a la deriva sin patrón, sin rumbo ni timón. Una necrosis.

URBANO GARCÍA

ENCALLADOS


Pasó la primera y madrugadora gota fría del otoño. Dejó 13 muertos y un reguero de desgracias. La lluvia anegó tierras y haciendas. Y dos barcos mercantes encallaron en las playas valencianas. Los barcos varados en los bancos de arena de la costa son de verdad, también son una metáfora de nuestra situación. Estamos encallados por la crisis y abandonados a nuestra suerte ante la ineficacia de los remolcadores que no son otra cosa que las medidas que el gobierno aplica para reflotar el país. La realidad tiene a veces estos guiños. Paradojas que la vida nos ofrece de vez en cuando. Dos barcos naufragan mientras el país se va a pique. Sería un buen titular. Uno de esos titulares en blanco y negro, sin grises, sin matices, sin medias tintas. Uno de esos titulares que tanto gusta a la prensa de derechas para calificar a los gobiernos de izquierdas. También la gota fría da juego. Su motor interno es la diferencia de temperatura entre las capas inferiores y superiores de la atmósfera, lo que los expertos llaman gradiente térmico. La humedad ambiental y la temperatura del agua del mar también influyen sobre la magnitud de la tormenta. Hasta hacerla perfecta. Así tilda Josep Vicent Boira en su último libro a la crisis valenciana, ¡perfecta! La estabilidad atmosférica, como la social, se basa en un cierto equilibrio. Cuando las diferencias entre los que menos tienen y los que más alcanza un grado crítico, la situación se hace insostenible. Informes económicos tan imparciales como los realizados por la ONU dicen que en los últimos años -gracias sobre todo a las políticas ultraliberales, a la movilidad del capital y a la globalización de los mercados-, las diferencias entre pobres y ricos se han acentuado. Ingentes masas de dinero se acumulan en muy pocas manos. Mientras millones de personas se mueren de hambre. Esa es la peor gota fría que nos asola.

COOPERACION
                Si a nosotros, privilegiados ciudadanos del primer mundo, nos va mal, ¿cómo les irá a quienes habitan las zonas más depauperadas del planeta? Es fácil imaginarlo. Con la crisis, salvo para salvar a la banca, no hay dinero para nada ni para nadie. Las medidas que está adoptando el gobierno de Rajoy por mandato de la troika no buscan incentivar la producción y crear empleo. Su objetivo es, simple y llanamente, garantizar el negocio de los grandes bancos europeos. Nuestra deuda son sus beneficios. Nuestros sacrificios, su seguro de futuro. Las últimas cifras del paro muestran bien a las claras los efectos perversos de la reforma laboral de Báñez. Ni mejoran las cifras del empleo ni baja la prima de Rajoy. Si con ZP no iba bien la cosa, ahora vamos a peor.
Con la crisis también aumenta la insolidaridad. “Los míos primero”, dicen los fascistas de amanecer dorado en la asolada Hélade. “Antes lo nuestro que lo de los negratas”, conversan los hermanos Tauroni –acusados de apropiarse una parte de los fondos para cooperación- refiriéndose a los proyectos en África de la Conselleria que entonces dirigía Rafael Blasco. Y es que el recorte llega tras el saqueo. Prevaricación, cohecho, tráfico de influencias, malversación de caudales públicos y falsedad documental. Estos son algunos de los presuntos delitos por los que declarará como imputado Blasco, ex conseller, ex portavoz y ex de casi todo, y máximo responsable de gestionar el dinero público valenciano destinado a cooperación internacional de 2007 a 2011, años del saqueo.
Es injusto que la ayuda al tercer mundo se vea manchada por la actuación de una pandilla de delincuentes. Es injusto que demos la espalda al trabajo abnegado y gratuito de miles de cooperantes. Es injusto que las ONG honradas paguen los platos rotos por esta red mafiosa.

SUMISIÓN
                Claro que últimamente la lista de injusticias parece no tener fin. Mientras Rajoy elogia a la mayoría silenciosa que no se manifiesta en las calles contra sus políticas –vamos, lo mismo que Franco-, la indignación sube muchos peldaños espoleada precisamente por el cabreo ante tanta injusticia. Mientras el PP valenciano se transforma pasito a pasito en un partido de diputados imputados, Alberto Fabra, el molt honorable, pierde la oportunidad de cantarle las cuarenta a su jefe en la cumbre de presidentes autonómicos. Más que nada por lo de los Presupuestos Generales. Para 2013, esta tierra antaño de oportunidades recibirá la mitad de las inversiones que tuvo con el último gobierno socialista. ¿Dónde está el victimismo antes tan rentable electoralmente contra ZP? ¿Dónde la reclamación de una financiación autonómica más justa? Fabra, Alberto, ha tirado la toalla. Sus buenas intenciones han naufragado ante la contundencia de la realidad: un grupo parlamentario –el suyo- incapaz de dar soluciones a los problemas que agobian a la sociedad valenciana y solo preocupado por salvar sus muebles. Lo dicho, encallados y encabronados. Así estamos.    


PUZZLE AUTONÓMICO


         ¿Qué le ocurre a una olla a presión que está al fuego si se le obstruye la válvula? El vapor tiende a buscar una salida. Si no la encuentra, la olla explota. Sí, ya sé que es una comparación un tanto burda, pero me sirve para ilustrar, aunque sea un poco, lo que está ocurriendo en Catalunya.
La búsqueda de una mejor financiación por parte de los diferentes gobiernos catalanes (CiU y tripartito) ha chocado con la cerrazón de la derecha españolista. ¡Sí!, españolista es el único calificativo que se me ocurre. Al PP no le gustó la reforma del Estatut, ni el pacto fiscal. El PP no ha hecho más que poner trabas políticas y judiciales a las posibles soluciones. Solo sabe poner palos a las ruedas de la democracia y negarse al diálogo. Su intransigencia a la negociación es el mejor alimento al fuego del independentismo. Digan lo que digan Aznar, Rajoy o su porquero.
La cuestión podría reducirse a un choque de trenes entre diferentes nacionalismos: el españolista y el catalanista. Sería simplificar demasiado. El encaje pactado en 1977 entre Suárez y Tarradellas demostró su capacidad para aminorar las tensiones nacionalistas. Pero los años no han pasado en balde y han dejado al aire las limitaciones de aquel pacto. “El café para todos”, en que terminó siendo el proceso descentralizador del Estado, dejó insatisfechas a las nacionalidades históricas. A excepción del País Vasco y Navarra que con los fueros y el concierto económico se colocaron muy por encima del resto, al menos en recursos económicos. 
No todo lo que propone CiU es trigo. Tras su bandera independentista oculta su incapacidad para aplicar un modelo distinto al de los recortes. Habría que recordar cómo en ocasiones la burguesía ha tapado las protestas sociales bajo la capa nacionalista. Sin duda, CiU busca la mayoría absoluta adelantando las elecciones al 25N. Su plebiscito.
Pero el problema de la financiación deficiente no es único de Catalunya. También lo sufren el resto de autonomías. En el fondo está el modelo de Estado salido de la Transición. Un modelo con síntomas de agotamiento. Un modelo que no era ni chicha ni limoná, ni centralista ni federal. Su inestabilidad es fuente de numerosas tensiones. Luego están las dinámicas creadas con el proceso descentralizador que han impregnado el comportamiento de todos los partidos, incluido el Popular. Son factores a tener en cuenta a la hora de buscar salidas al actual impasse autonómico.

CENTRIPETAR
                A perro flaco todo son pulgas. Con el estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis financiera todo fue a peor. Para reducir la deuda pública, el PP solo sabe recortar gastos y eliminar servicios. Medidas que traslada a los gobiernos autonómicos. Y éstos, gestores de una parte importante del Estado del bienestar, en especial sanidad, educación y dependencia, recortan en sus competencias, dejando a una gran parte de la población con una atención deficiente. Lo hacen en un momento de dificultades económicas para muchas familias que, de este modo, se ven injusta y doblemente golpeadas. A todo esto, la crisis está siendo aprovechada por el PP para refundar el Estado centralista, quitando competencias y sometiendo a las autonomías a un estricto control ideológico. ¡Sí!, ideológico. Porque el PP aplica su ideología, por ejemplo, cuando impide que cada autonomía gestione el gasto farmacéutico como mejor considere. O cuando anula competencias educativas e impone una nueva Formación del Espíritu Nacional en lugar de Ciudadanía.
A esta fuerza centrípeta se oponen otras centrífugas que piden más autonomía. Una vindicación no solo catalana y de CiU, también compartida por otros partidos y en otros territorios. No es nuestro caso. Aquí, con Rajoy en la Moncloa, el PP valenciano no reclama nada. O lo hace de boquilla. Ni eje mediterráneo ni mejor financiación. El vasallaje de Fabra a Mariano da grima. Total sumisión política y económica. Y la autonomía en conserva. Así estamos. 

FEDERAR
                 El encaje del hecho diferencial, como dicen algunos, no es nuevo en nuestro país. No hay más que releer a Pi i Margall para ver que algunos debates siguen vivos desde hace siglos. Claro que tras la Primera República (1874) el federalismo no gozó de buena prensa. No es justo. La federal puede ser una buena solución para el siglo XXI. Para España y para Europa. No hay que olvidarse de la compleja situación de Bélgica o de cómo integrar a las minorías en una Europa cuyas fronteras interiores han sido rediseñadas en numerosas ocasiones durante los últimos siglos.
                Para empezar, podríamos darle al Senado alguna función. No estaría mal como cámara federal. O si no cerrarlo, que en tiempos de crisis hay otros sitios en los que se puede ahorrar antes que recortar en comida y salud.           
URBANO GARCÍA