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domingo, 7 de abril de 2013

EL CORRALITO

Una isla, una deuda y un país -o dos- al otro lado del Mediterráneo. Chipre está lejos, pero no tanto. Como nosotros, forma parte de la Unión Europea. Como nosotros, está sometido a las órdenes de la troika. Como nuestro país, también está bajo el diktat –incorporado de forma torticera en sus Constituciones- de primero saldar las deudas con la gran banca y después hacer frente a otras emergencias sociales. Como aquí, también allí gobierna la derecha.
            Sábado 16 de marzo, los bancos de la isla se cierran a cal y canto, las cuentas se bloquean, los cajeros automáticos sólo escupen 1000€ por día y cuenta, el gobierno chipriota decide implantar un impuesto por el hecho de tener dinero depositado en algún banco de la isla. Una tasa o incautación del 3 al 12%, según la cantidad en depósito, para pagar la deuda de los bancos chipriotas con otras entidades financieras, la mayoría de la Unión. Un corralito en toda regla. No es una tasa tipo Tobin para que parte de la deuda la paguen los que especulan con las transacciones financieras, ¡no! Se trata de otra vuelta de tuerca a la ciudadanía para que se haga cargo, una vez más, de los platos rotos por los abusos bancarios. El pago de la deuda se ha convertido en un arma de destrucción masiva de la confianza ciudadana. Algo habrá que hacer, ¡digo yo! Hay precedentes históricos de cómo la deuda devaluó la democracia.
            Un ejemplo. Tras la Primera Guerra Mundial, el tratado de Versalles impuso a Alemania el pago de una deuda de guerra abusiva. El crash de la bolsa de New York que dio origen a la Gran Depresión, derribó el frágil castillo de naipes de las finanzas alemanas. Salvadas las distancias, ahora los países del sur de Europa tienen que hacer frente a una deuda privada de la banca cuyos intereses crecen exponencialmente. Y lo hacen convirtiéndola en deuda pública y cargándola a las espaldas de la ciudadanía. Hacía décadas que no se producía en Europa una siembra tan fértil de insolidaridad y desafección democrática. Digo yo que alguien tendrá que responder por este ataque a la convivencia.   

LA INSPECCION
            Es tal la magnitud del desatino que nadie quiere asumir la responsabilidad de una medida tan injusta e impopular. El Banco Central Europeo mira a Chipre, el gobierno del conservador Anastasiadis señala a Alemania, mientras que Merkel apunta al ejecutivo chipriota. Durante mucho tiempo, Chipre ha sido un paraíso fiscal en el que se han refugiado capitales de todo pelaje buscando pagar menos impuestos. Oligarcas rusos y griegos, fundamentalmente, pero también fondos de pensiones alemanes y otros especuladores financieros tienen en la isla su Ítaca. Mientras la Unión Europea miraba hacia otra parte, el agujero bancario chipriota se iba agrandando, hasta hacerse insostenible. Escribo estas líneas sin saber dónde se pondrá el listón impositivo y tras la negativa del Parlamento a dar el visto bueno a la propuesta del gobierno chipriota. Pero el mal ya está hecho. El bloqueo de las cuentas y la sola posibilidad de un impuesto al ahorro en Chipre abre otra brecha en una unión monetaria que parece diseñada más a la medida de los especuladores financieros que de la ciudadanía. ¿Dónde están las garantías de la Unión para con los ahorradores?
            Dice Llamazares que las preferentes son nuestro corralito. Tiene razón. El gobierno de Rajoy, Montoro y De Guindos, indulta a los grandes defraudadores mientras que carga el pago de la deuda sobre los ahorradores y el resto de ciudadanos. E impulsa paraísos fiscales como Eurovegas, al tiempo que, para limpiar su imagen, manda inspectores de Hacienda a visitar las fallas en víspera de la Plantà. ¿No había otro momento? Un motivo más de cabreo en el mundo fallero tras la brutal subida del IVA a los artistas que hacen los monumentos.

LA TRAMA
            No hace falta ir a Chipre para indignarnos. Mireia Mollà, diputada de Compromís, habla en un artículo reciente en El País de la deuda ilegítima que pende sobre la cabeza de l@s valencian@s y de la deficiente financiación autonómica, a la que hay que sumar el saqueo perpetrado con el silencio y la complicidad de quienes tenían que velar por el interés público. El 18 de marzo, en el diario Levante, el periodista Francesc Arabí describía cómo funcionaban los vasos comunicantes que unían las contrataciones de obra pública realizadas por el Consell y los donativos a las arcas del PP de las empresas agraciadas, según consta en los papeles de Bárcenas. Al margen de la polémica sobre las competencias judiciales, hay pruebas más que suficientes para sospechar que tanto el PP como su sucursal valenciana se financiaron durante años de forma poco clara y presuntamente ilegal. ¡Qué mal huele el corral! Ya toca hacer limpieza.
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com

FOTO: Urbano García 

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