Grecia,
Italia, Portugal y España tienen en común el hartazgo ciudadano de la sumisión a
la troika de los grandes partidos. Sus políticas de #austericidio, además de devastadoras, han ido acompañadas de una grave
pérdida de calidad democrática. Pero el cabreo no es igual en todas partes. Por
eso se ha manifestado de diferentes formas.
¿Quién
y cómo aglutinará el voto indignado en nuestro país? Tener un programa
alternativo es condición necesaria, pero tal vez no sea suficiente. Una parte
de la ciudadanía reclama otras formas de hacer política y ya no es sólo cuestión
de primarias. La horizontalidad, la transparencia y el uso de las nuevas
tecnologías de la comunicación dejan mucho que desear entre los partidos de
izquierdas y verdes. La democracia interna de esos partidos es mejorable.
MALAS PRÁCTICAS
Pero
tal vez lo que más ha contribuido a la desafección y al deterioro de la
democracia ha sido el modo autoritario con que el PP ha ejercido su poder. Lo
sembrado durante tanto tiempo por sus mayorías absolutas ha dado frutos amargos.
A los años de vino y rosas ha seguido la hecatombe. Al despilfarro, la
bancarrota de la Generalitat y el
abandono de los servicios públicos. A la sobreactuación vindicativa contra ZP
ha sucedido la sumisión más absoluta al dicktat de Rajoy. A la indecente
manipulación de RTVV ha seguido su jibarización sin ningún tipo de miramientos.
Eso sí, intentando continuar con su control. Al espectáculo dado por Lola Johnson,
encubriendo a un presunto acosador, se une el de Pedro García, José Llorca, Jaraba,
Carrascosa y tutti quanti han tenido responsabilidades
en el saqueo y la manipulación de Canal 9. Una trágica bufonada a la que hay
que sumar el dramático final de la empresa pública.
Tampoco
el desplome de la economía valenciana tiene parangón. De ser calificados como
la California del Mediterráneo hemos pasado a ser la primera potencia mundial
en creación de parados. El PIB de los valencianos/as se ha precipitado en un
agujero negro de difícil recuperación. La caída de la renta per cápita es
imparable. A todo este rosario de desgracias no han sido ajenas las políticas
de un Consell capitaneado por un PP
más preocupado por aparentar ser nuevo
rico que por la democracia.
A
este tenebroso panorama se añade una injusta financiación autonómica. La reivindicación
del criterio poblacional, unánime en les Corts
Valencianes, se queda en agua de borrajas cuando llega a la Carrera de San
Jerónimo. Allí, el PP de Rajoy, Cospedal y Bárcenas le pone sordina. Y es que
el PP de Alberto Fabra pinta menos que un cero a la izquierda. Mucho bramar de
cara a la galería mediática de la terreta,
pero es pasar Contreras y mutis por el foro.
Qué lejos aquellos tiempos en los que el Consell de Camps y el Consistorio de
Rita cortaban el bacalao y daban a dedo contratos y prebendas. Algunas, como la
Valencia Summit, nunca salieron a
concurso público al estar patrocinadas por una empresa en teoría sin ánimo de
lucro, así es como presentaba Urdangarín a Nóos. En otros casos, como en la
visita del Papa en 2006, el negocio de la sonorización recayó en la Gürtel,
tras recibir la concesión Canal 9 por decisión del Consorcio formado por
Arzobispado, Consell, Diputación y
Ayuntamiento. Así todo quedaba en casa. Lo de la fragmentación de los costes
para no tener que pasar el perceptivo concurso, era práctica habitual.
EL BESUGO Y LOS PÁJAROS
Bárcenas
vendió cuatro cuadros a Rosendo Naseiro por 200.000 pesetas en 1984. Es curioso
el amor al arte que tienen los tesoreros del PP. Los cuadros, todos ellos
bodegones, cuelgan en la actualidad de las paredes del Museo de El Prado. Tres
son jarras con flores, el otro, un besugo. Así, como besugos, trata el PP a una
gran parte de la ciudadanía. Que se sepa, entre los lienzos no hay ningún
pájaro. Tal vez, los pájaros habría que buscarlos fuera del museo.
NOTA: La víspera del óbito de Chávez, el embajador
de Venezuela habló en Valencia del proceso de convergencia de América Latina.
También de la lucha contra la pobreza y de la redistribución de la riqueza en
su país. Descanse en paz.
URBANO GARCIA
FOTO: Urbano García
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