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En
1965 se estrenó una película con este título de Jack Cardiff,
un film de acción para mayor gloria de la Guerra Fría. Años más tarde, en la
última década del siglo pasado, con el ambiente bélico más distendido, Atom
Egoyan acudió a la figura del liquidador como eje de una historia que indagaba
en la vida cotidiana de un grupo de personas sacudidas por los vaivenes de la
vida. El martes 5 de noviembre, un President
en sus horas más bajas anunciaba la liquidación de RTVV, el símbolo más visible
de nuestra autonomía a pesar de su baja audiencia. Este liquidador que llegó
por carambola al Palau de la Generalitat,
pasará a la historia como el que inició el desmantelamiento de la comunidad,
país o cómo quieran llamarla. Ya no hay dudas de que el PP nos quiere
retrotraer a tiempos preautonómicos, por no decir pre democráticos. Una vuelta
al pasado en toda regla que nos lleva de regreso a la dictadura, si la
ciudadanía no lo impide.
EN EL DIVÁN
“Vísteme
despacio que tengo prisa”, sabio consejo de nuestro refranero que Fabra parece
ignorar. El subidón de ira que le produjo la sentencia judicial que declaró
nulo el ERE en RTVV le llevó a derrapar. “Pues si no hay ERE, la cierro”, así
con un par, a la altura de un Tirano Banderas de dictadura bananera. Las prisas
le han llevado a cometer numerosos errores legales que podrían ocasionarle
nuevos quebraderos de cabeza y algún que otro nuevo contratiempo judicial. La
urgencia estaba en su cabeza. Le atormentaba la pesadilla de que el canal
autonómico, libre de censuras, fuera desgranando en intensos capítulos las
trapacerías de la tribu pepera. Hasta los caminos de la Gürtel pasaban por
Canal 9. El catálogo da para mucho. Y es que en dos décadas, lo visto dentro y
fuera del Pirulí de Burjassot da para una larga serie cuyo éxito de audiencia está
garantizado. ¿Qué le pasó por la cabeza al Molt
Honorable para tomar una decisión tan radical? Parece descartada cualquier
estrategia a largo plazo, cualquier previsión de las consecuencias que podía
acarrear el fundido a negro de RTVV. Quedan razones que la razón no entiende, o
la pérdida de la razón.
La
crónica de estos días que han sacudido la vida valenciana ha sido contada con
todo lujo de detalles. Numerosas opiniones han dibujado todos los perfiles de
un fracaso largamente gestado. No ha faltado ni la voz de la psiquiatría –el
profesor Rafael Tabarés-Seisdedos publicó un artículo en EL PAÍS- buceando en
las posibles razones mentales de un comportamiento de difícil comprensión.
También
la sociedad valenciana debería hacérselo mirar. En primer lugar, muchos de esos
profesionales que ahora se rasgan las vestiduras cuando poco antes tragaron con
todo para medrar en una empresa en la que sólo progresaban los mercenarios. La
banalidad del mal no es exclusiva de los nazis, y Canal 9 ha hecho mucho mal a
la salud democrática de una sociedad herida y fragmentada.
MORIR MATANDO
O
antes muerta que independiente. Así quiere el PP las radiotelevisiones
públicas, muertas. Ya lo hizo en RTVE volviéndola a convertir en un juguete en
manos del gobierno. Sometida la estatal, de poco le sirven las autonómicas. El
púlpito para emitir la propaganda está garantizado. Y hay que ahorrar, dicen. A
ser posible recortando en servicios públicos básicos. La información plural,
contrastada y de calidad lo es.
A
buen seguro que las frecuencias liberadas tras el cierre de RTVV irán al TDT-Party o a cualquier empresa amiga que no
ponga pegas a hacer sus informativos al dictado del Consell. Para así seguir manteniendo ese trampantojo de comunidad
que tantos éxitos electorales le ha dado al PP. El caso es seguir engañándonos,
mientras la autonomía es sometida a un vaciado selectivo. ¿Qué se puede esperar
de quienes nunca creyeron demasiado ni en las autonomías ni en la democracia?
Pues eso, liquidación y cierre.
NOTA: Escribo estas líneas antes
finalizar el plazo para el cumplimiento de la sentencia de readmisión de los
trabajadores de RTVV a los que afectó el ERE. Y antes de que Fabra tenga otra
ocurrencia sobre Canal 9.
URBANO
GARCIA
IMAGEN: RTVE.es
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