Su nombre científico es Physalia physalis. Parece una medusa, pero no lo es. En realidad es un organismo simbiótico formado por varios seres vivos (varios animales que parecen plantas). Nada en la physalia es lo que parece. Todo en ella es simulación. Salvo los efectos producidos por el veneno que inyecta. Ese veneno sí que es de verdad. Lo segregan los dactilozoides, tentáculos encargados de detectar y capturar a las presas que le sirven de alimento, también defienden la colonia de las agresiones externas. Los dactilozoides son largos filamentos de hasta 50 metros de longitud encargados, en la compleja división del trabajo de la colonia, de procurar el alimento. Más tarde, los gastrozoides darán buena cuenta de las presas capturadas. Los dactilozoides son los inquilinos más agresivos de la colonia, junto con sus otros compañeros de viaje les encanta dejarse llevar por las corrientes. De hecho, viajar es lo que más le gusta a la colonia. La physalia es culo de mal asiento. No para en torreta. La physalia es como una UTE viajera. Le gusta nadar por aguas cálidas. Las zonas tropicales y subtropicales de los océanos Índico y Pacífico son sus preferidas, pero a veces se deja llevar por el viento y por la corriente del Golfo que cruza el Atlántico desde el golfo de México hasta la costa occidental de Europa. El neumatóforo es la parte más visible y vistosa de la Physalia physalis. Una gelatinosa vejiga que le sirve de flotador y vela al mismo tiempo. El buque insignia de la colonia. Los gonozoides se ocupan del sexo y la reproducción. Así el resto de pasajeros puede dedicarse a otros quehaceres mientras que los gonozoides aseguran la supervivencia de la especie. La psysalia se ha convertido en la enemiga a batir nada más se atisba su azulada vela. Su llegada a las costas alicantinas ha encendido todas las alarmas y ha obligado a izar las banderas rojas en las playas. ¡Fuera del agua, llegan los corsarios en sus amenazantes carabelas!
LA PESTE
La naturaleza construye asombrosas y sorprendentes metáforas. Hay agrupaciones humanas que parecen partidos, pero no lo son. En realidad son asociaciones mafiosas creadas con ánimo de delinquir, organismos simbióticos formados por varios seres vivos (animales que parecen plantas, que vegetan, medran, extraen el máximo provecho que pueden de su entorno y todo eso lo hacen sin que nadie se dé cuenta, sin levantar sospechas). Nada en estos agrupamientos es lo que parece. Todo en ellos es simulación, salvo los efectos causados por el veneno que inyectan. Una verdadera ponzoña para la democracia. La segregan unos largos tentáculos, encargados de detectar y capturar a las presas más ingenuas o desprevenidas. De ellas se alimentan. También son su defensa frente a las agresiones externas, procedan de la justicia o de la opinión pública. A todos los miembros de la colonia les gusta dejarse llevar por las corrientes de sondeos y encuestas. Esa es su verdadera bitácora. Aunque gustan nadar por tranquilas aguas tropicales, no siempre lo consiguen. A veces, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) detecta movimientos sospechosos de capitales. Trasiegos y blanqueos ocultos de miradas indiscretas y fuera del campo de las cámaras de vigilancia. Vidas de lujo, rutilantes y caros vehículos de alta gama, preciosas villas en paraísos de ensueño, forman su gelatinosa vejiga que les sirve de flotador y refugio. Su llegada a las costas valencianas no encendió ninguna alarma ni izó banderas rojas para avisar del peligro de darse un baño en las ponzoñosas aguas. No vinieron de ninguna parte, estaban aquí. Durante décadas convivimos con la corrupción sin escandalizarnos. Mirando hacia otra parte. Dejándonos seducir por una propaganda machacona y colorista. Camus describió el universo apocalíptico que acompaña a una gran epidemia de peste. Nuestra realidad, la que hemos sufrido con resignación y mansedumbre durante más de 20 años, supera a cualquier ficción. Cuando te enteras de que el que fue tu presidente saqueó las arcas públicas para su provecho, te entran unas terribles náuseas.
RAMIRO
El mismo día en que Zaplana, los Cotino, y una larga lista de presuntos malhechores eran detenidos por la UCO, acusados de tráfico de influencias, blanqueo de capitales y malversación, entre otros delitos, en la neobizantina iglesia del antiguo colegio de Jesuitas se daba el último adiós a un hombre bueno, a Ramiro Reig. Un jesuita gramsciano que vivió como predicaba, que se apuntó a todas las causas justas, que enseñó economía e historia como se enseña la vida, que se implicó en política y ayudó a fundar hace medio siglo el nuevo sindicalismo de CC.OO. ¡Gracias, Ramiro!
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com
Imágenes:
1. Grabado de medusas. Art&Biology
2. Rajoy con Zaplana y Acebes. EFE
3. Ramiro Reig. Jesús Císcar
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