Víctima de ellas, de su
ferocidad. Así se presentó Pedro J. en su última epístola a los marianistas.
Era su despedida como director de EL MUNDO. Había morbo en leer qué decía el marido
de Ágata Ruiz de la Prada en su adiós. Quienes esperaban que levantara la
alfombra del PP se quedaron con las ganas. Pedro J. es zorro viejo, un maestro
en el arte de enseñar sin que se vea nada. Lo de las fauces del poder lo dijo el
liberal y federalista John Adams, padre fundador y segundo presidente de EEUU,
refiriéndose a la voracidad del Estado Absolutista. Eran otros tiempos –finales
del siglo XVIII-, pero en algunos aspectos no tan distintos a los nuestros.
ASALTO
A nosotros no nos tiene que contar Pedro J. ni
nadie qué son las fauces del poder. Hace tiempo que por estos lares, su
insaciable apetito devora todo tipo de instituciones. En los últimos meses
asistimos, más o menos escandalizados, a lo que supone la destrucción
sistemática de todo lo que aporte un ápice a nuestra supervivencia como pueblo.
El asalto perpetrado a las instituciones financieras -encabezadas por las ya
finiquitadas Bancaja, CAM y Banco de Valencia-, se ha saldado con su total
exterminio. No queda ni sombra de aquel poder financiero valenciano que tantos
servicios prestó a un PP ávido de eventos, megaproyectos y fabulaciones varias
tan caras al erario público. Tras dos décadas de abusos, corruptelas y malas
inversiones, el poder financiero valenciano solo es una entelequia. No ha sido
lo único que hemos perdido, o mejor que nos han robado. El 29 de enero se
cumplieron dos meses desde que Fabra, Alberto, mandó callar a RTVV. Dos meses
de silencio en la radio televisión pública valenciana, a pesar de que sigue
costando al contribuyente un ojo de la cara. El gobierno autonómico la prefiere
muda. Esas son las fauces que luce un Consell
moribundo que rompe el espejo para no ver reflejada en él su agonía.
Ni el paro, ni el aumento de la pobreza, ni la
exclusión social,… Limitar el derecho a la información se ha convertido en la máxima
preocupación del ejecutivo valenciano. Ahora en connivencia con Rajoy y sus
palmeros. Prohibir las emisiones de Catalunya Radio con la amenaza de una
cuantiosa multa es el último capítulo de nuestro empobrecimiento mediático. Mientras,
decenas de TDT ilegales siguen emitiendo en la más absoluta impunidad espacios
de teletienda y tarot. Alguien debería responder de semejante despropósito.
Lo importante para el PP y para el gobierno, tanto
el de Fabra como el de Rajoy, es que la ciudadanía no se entere de cómo está el
país. Hacen lo que mejor saben hacer. Que no se sepa que detrás del caso
Bárcenas está el caso Gürtel y que por debajo aparece el caso PP. Hace ya un
lustro que el juez Baltasar Garzón abrió la investigación al ex responsable de
finanzas del partido en el gobierno, y el único condenado por ahora es el
propio juez.
R.I.P.
Mal deben de pintar las encuestas que encarga el
gobierno de Fabra cuando las guarda bajo siete llaves. Fran Ferri, el joven
diputado de Compromís, denunció la
opacidad con el dinero público y los tribunales le han dado la razón. Veremos
si el Consell cumple la sentencia o
la ningunea, como es su costumbre. Además del secretismo, el PP denota sus
temores en cómo intenta mantener cautivo el voto: resucitando viejos fantasmas.
Busca complacer a la extrema derecha, ¡sí! Y es que todo le vale al PP con tal
de seguir cortando el bacalao.
La última treta de Fabra para ganarse a ese
electorado más extremo ha sido amenazar con cerrar la Academia Valenciana de la
Lengua. Ya lo intentó Font de Morgue y el tiro le salió por la culata. Ahora el
aspirante a forense ha sido el senyor del parany, digo de Serafín. Por lo pronto, el flamante Diccionario de
la AVL que tantos esfuerzos ha costado, se ha quedado en standby y sin presentación. Todo por decir que la lengua de los
valencianos es una variante dialectal de la misma que hablan catalanes,
mallorquines, menorquines e ibicencos. Lo que diría cualquier filólogo. Pero ya
sabemos que al PP no le interesa la razón científica, lo suyo es la sinrazón de
la barbarie. Como supuesta medida
de consenso, la consellera Catalá,
nombrada mediadora, propone que sea el Consell
Jurídic Consultiu el que se pronuncie sobre la cuestión. Dicho Consell, presidido por el director de tesis
de Camps y del que forma parte el mismísimo ex, hace tiempo que perdió toda
credibilidad y tan solo es una marioneta engullida por las fauces del poder absoluto
del PP.
URBANO
GARCIA
Foto: EFE
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