Malo es el olvido. Sin conciencia de nuestro pasado, estamos condenados a repetir errores. No han sido pocos en nuestra historia. Lo cual indica la fragilidad de nuestra memoria. ¿Cómo está nuestro país después de 4 décadas de democracia? Mentiría si dijera que bien. Mentiría también si dijera que sigue igual de mal que hace 4 años. Una legislatura no es nada si está precedida por dos décadas en las que el PP ha hecho lo que ha querido. Dos décadas en las que fuimos el laboratorio de sus políticas neoliberales. Conejillos de indias. Eso fuimos y seguimos siendo para los Zaplana, Olivas, Camps, Fabra y Bonig. Meninfots ratones de laboratorio que se dejan robar entretenidos con zarandajas. Dos décadas en las que perdimos nuestro sistema financiero, saqueado y malbaratado por quienes sólo atienden al enriquecimiento personal a costa de las arcas públicas. Dos décadas en las que no se frenó el imparable éxodo del campo a la ciudad. Dos décadas en las que el país siguió desvertebrado. Dos décadas de mal gobierno y chiringuitos, de opacidad y corrupciones.
PAÍS
Un país son sus gentes, vengan de donde vengan. Son sus pueblos y ciudades. Un país es su cultura, su idioma, su geografía. Sus señas de identidad. Un país es su historia y sus tradiciones. Un país son sus instituciones. Su economía. Un país es todo eso y mucho más. Un país es tener conciencia de serlo. ¿Somos un país? Cumplimos los requisitos. Del último no estoy seguro. Las primeras elecciones tras morir Franco, en 1977, dibujaron un mapa de la política valenciana con sólo los tres grandes partidos estatales: PSOE, UCD y PCE. Por ese orden. La segunda vez que elegimos Congreso y Senado, con una Constitución homologada, se repitió la foto. El electorado dio la espalda a partidos de obediencia valenciana. Cuando en 1982, tras numerosos avatares -muchos de ellos violentos y protagonizados por una derecha nostálgica del franquismo- por fin “se nos concedió” un Estatuto de Autonomía, y pudimos votar a nuestros representantes autonómicos, volvimos a elegir partidos de ámbito estatal. ¡Qué difícil es construir un ecosistema político propio!
A partir del 82, al PSPV-PSOE le tocó levantar el edificio autonómico. Sus mayorías le permitieron modernizar la economía y encauzar la normalidad lingüística. El idioma propio, el valenciano -nuestra versión del catalán-, entró en la escuela. Y finalmente, puso en marcha una radio televisión autonómica, sin la cual es imposible construir un país. Tras una larga travesía del desierto, el Acord del Botànic, con Compromís y Podem, hizo a Ximo Puig Molt Honorable President en la última legislatura.
El valencianismo lo tuvo peor. Desde los años 70’, la derecha se empeñó en dificultar su acceso a las instituciones. Hasta 2015, el Bloc sólo llegó a ellas en coalición con PCPV o EUPV. De forma efímera, UV. El regionalismo conservador de Lizondo, fruto del anticatalanismo al que Las Provincias puso altavoz, se diluyó en el PP como un azucarillo. Ya en el siglo XXI, el Bloc, heredero del valencianismo político, se sumó a Compromís y rompió sus límites. La coalición es un referente en la política valenciana y estatal. La suma del valencianismo político, la nueva izquierda (representada por Iniciativa del Poble Valencià, escisión de EUPV) y el ecologismo de VerdsEQUO, ha cambiado el panorama político valenciano. Líderes como Morera –actual President de les Corts- destacan su carácter experimental y de cooperativa política. Mónica Oltra habla de una nueva forma de gestionar la pluralidad y de entender la acción política, más acorde con el siglo XXI.
ADELANTO
La última reforma del Estatuto de Autonomía dejó en manos del President la posibilidad de hacer una convocatoria electoral diferenciada. Ximo Puig aprovechó la oportunidad para sumar la urna autonómica a la de diputados y senadores. Estoy convencido de que en su cálculo pesaron más los pros que los contras. Las nacionalidades históricas tienen su calendario. Es la mejor forma de poner en valor la propia agenda. Sumándonos al carro estatal, se corre el peligro de que los problemas valencianos desaparezcan en la crispada agenda estatal. El proceso al Procés, las cloacas del Estado, el neofranquismo y sus conexiones al franquismo más casposo, la derecha tricéfala, la revisión constitucional,… Veremos si somos capaces de no diluirnos en esa “cloaca máxima”.
NOTA: La última trama de corrupción desvelada por la UCO apunta al círculo más próximo a Rita Barberá. Su cuñado, José Corbín, y las hijas de éste -entre ellas otra Rita- están en el núcleo duro de este nuevo caso que afecta al PP y al neofranquismo que había fichado a “la familia” para su causa.
URBANO GARCIA
Imágenes:
1. Corts Valencianes. Generalitat
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