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miércoles, 29 de noviembre de 2017

MIQUEL GRAU


Tenía 20 años. Murió el 17 de octubre de 1977. Un año antes de que tuviéramos una Constitución homologable. Se ha cumplido el 40 aniversario. Miquel Grau murió asesinado en Alicante al ser golpeado por un ladrillo lanzado por el militante de Fuerza Nueva Miguel Panadero. Es una de las páginas negras que se escribieron en la tan idolatrada Transición a la democracia. No fueron tiempos fáciles. No fue una pacífica travesía por el mar de la calma ni una balsa de aceite. Hubo tensión. Mucha. Y violencia, ejercida fundamentalmente por quienes tenían poder para ejercerla. No hay tránsito en el que no haya un cierto grado de resistencia. Es el choque entre las ansias de cambio y la obstinación en que todo siga igual. Después de un golpe de Estado, una guerra y una larga dictadura, una parte importante de los tres pilares del franquismo (Fuerzas Armadas, Iglesia y Movimiento) no parecía dispuesta a perder sus privilegios, especialmente la milicia. La Iglesia vivía su propio risorgimento tras el Concilio Vaticano II. El Movimiento más que un partido fascista era una red clientelar enquistada en el Estado. Pero el Ejército seguía considerándose garante de la unidad de España. En ese caldo de cultivo, la extrema derecha se movía como pez en el agua. No estaba dispuesta a perder su Patria por la que tanto había guerreado.    
                  Miquel Grau militaba en el Moviment Comunista del País Valencià, organización de la “nueva izquierda” nacida tras el Mayo del 68. No hacía dos años de la muerte del dictador, la sociedad bullia com una cassola al forn. El País Valencià se preparaba para vivir su segundo 9 d’Octubre sin Franco. El autogobierno que se tocó con los dedos en la II República, podía ser una realidad. Bajo el lema “Llibertat, Amnistia i Estatut d’Autonomia”, aquel 9 d’Octubre se movilizaron miles de valencianos. Fue una jornada histórica, aunque nublada por el atentado a Miquel Grau.

1977-2017
                  Cuatro décadas después, los fachas volvieron a la València de la que nunca se fueron. Al menos eso parecía la tarde del 9 d’Octubre de 2017, cuando un grupo sembró de violencia el centro de la ciudad. A pesar de los numerosos vídeos en los que aparecen los energúmenos, las identificaciones y detenciones se producen con exasperante lentitud. Casi dos meses después de los sucesos, a cuentagotas siguen haciéndose públicas las identidades de estos bárbaros. Algunos son de Yomus, la peña del Valencia C.F. caracterizada por su ideología filo nazi. También militan en las filas de España 2000, el grupo fascista que lidera José Luis Roberto, propietario de Levantina de Seguridad, y bien relacionado con ambientes policiales. Conexiones siempre inquietantes. Hace unos días, gracias a eldiario.es, conocimos las conversaciones mantenidas entre un centenar de policías municipales de Madrid cargadas de odio, racismo, incluso exaltación del fascismo. La extrema derecha tiene predilección por entrar en los cuerpos policiales. ¿Por qué será?

ENCAJE
                  El PP se hace el remolón en la comisión parlamentaria promovida por el PSOE para estudiar la reforma de la Constitución. Donde dijo “digo”, ahora dice “Diego” y quiere que esa comisión debata la financiación. El caso es aplazar más si puede una revisión urgente y necesaria.
                  
Con motivo del aniversario de la manifestación unitaria del 9 d’Octubre de 1977, se han celebrado en València exposiciones y varios Congresos. En ellos se ha analizado la particular Transición Valenciana, así como pasado, presente y futuro de nuestro autogobierno. No está mal revisar qué ocurrió hace 4 décadas para no volver a tropezar en la misma piedra. Desde entonces, el Estado Autonómico ha evolucionado, se ha consolidado y ha enseñado sus flaquezas. La realidad asimétrica de un Estado plurinacional se ha impuesto al café (descafeinado) para todos. La crisis (no sólo la económica) ha cuestionado el funcionamiento de las instituciones. Sin olvidar que las políticas de austeridad y centralizadoras del PP han tensado las relaciones entre las diferentes administraciones más allá de lo deseable. La utilización torticera del cupo vasco por parte del PP para obtener el apoyo del PNV a sus presupuestos, no deja de ser una perversión democrática que favorece la desigualdad y el agravio comparativo. En esa encrucijada nos encontramos, cuando al calor de patriotismos desaforados vemos cómo la extrema derecha reaparece en la escena pública.
                  Per cridar ‘vull l'Estatut!’ a Miquel l'assassinaren/
Per guanyar la llibertat, quants germans tenen de caure?” 

Cantaba Al Tall hace 40 años. Tempus fugit.

URBANO GARCIA

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