Ahora toca. Suelen tenerse al
acabar un año y comenzar el siguiente. ¡Por desearlo que no quede! Luego viene enero
con las rebajas. A Yolanda Díaz, los buenos propósitos le llegaron hace meses,
cuando se planteó que su mejor contribución a la gobernabilidad del país era
derogar la contrarreforma laboral de Rajoy -consensuada con su camisa y la de
la patronal-, y levantar sobre el solar de la anterior legislación un nuevo
edificio, que al menos diera techo a todo el mundo. O sea, que fuese fruto del
consenso a tres bandas, patronal, sindicatos y gobierno. No era tarea fácil.
Hace tiempo que perdimos la costumbre de llegar a acuerdos, de pactar, de
negociar, sabiendo que acordar siempre deja pelos en la gatera.
El
PP hizo lo que le dio la gana gracias a una cómoda mayoría absoluta. No
necesitó encomendarse a dios ni al diablo para poner todo patas arriba. Aunque
Fátima Báñez, la ministra, no dudó en hacerlo a la virgen del Rocío, su hada
madrina, por si surgía algún obstáculo en el desfile triunfal del PP por encima
de los derechos laborales. Para eso están los partidos, para llevar a la
práctica lo que le piden sus bases. ¿Seguro? ¿Eso pedían los votantes del PP?
O, ¿es que el PP sólo representa a la patronal? El caso es que, para la
contrarreforma laboral, el PP se plegó a los intereses de los sectores más
conservadores del ya de por sí conservador empresariado español.
Que pedían los
empresarios libertad para contratar a quien quisieran, pues ahí va una de
libertad… para esclavizar. Que lo que necesitaban era poder rebajar los
salarios -según ellos, para ser más competitivos-, pues marchando una de rebaja
salarial. Si le pedían a don Mariano querer negociar empresa a empresa y nada
de convenios colectivos que obligan a igualar condiciones de trabajo y
salarios, pues ahí va una ración de dinamita para los pollos, es decir, la
voladura de ese corsé que es la negociación colectiva para algunos empresarios
nostálgicos del sindicato vertical franquista. Y qué hacer con los contratos de
formación, pues más de lo mismo, convertirlos en una forma de contratación
barata y precaria. Y así en todo. El paquete legislativo con el que el PP quiso
dejar atadas y bien atadas las relaciones laborales no tuvo paragón en nuestra
historia democrática reciente. Unos Pactos de la Moncloa a la medida de los
deseos empresariales, sin contrarréplicas, sin contrapartidas. Todo a precio de
saldo.
REFORMAR O DEROGAR
Ese
era el dilema, hasta que la percepción de la magnitud del embrollo hizo poner
en barbecho las palabras. Los plazos impuestos desde la Unión Europea para redactar
una nueva legislación laboral han acelerado las conversaciones. Los sindicatos
mayoritarios, los únicos convocados a la mesa negociadora, comprendieron que
había que establecer prioridades, y que estas situaban la precariedad y la
negociación colectiva en el centro de los posibles acuerdos. Y en estas dos
cuestiones parece que se han centrado los llamados agentes sociales. Desconozco
el texto íntegro de lo acordado que ahora deberá pasar el trámite
parlamentario. Todo el mundo está tomando posiciones. Desde los totalmente
contrarios a cambiar ni una coma de la contrarreforma del PP, como si ésta fuera
modelo de algo; hasta los que abogan por la derogación total. Entre estos
últimos hay algunos de los socios de investidura de Pedro Sánchez. Seguiremos
atentos a las pantallas. Algunos especialistas en Derecho Laboral ya han hecho
estudios comparativos entre la vieja y la nueva legislación. Por ejemplo, Eduardo
Rojo, de la Autónoma de Barcelona, http://www.eduardorojotorrecilla.es. Habrá que pegarle una
mirada.
CASTILLA VACIADA
Las
dinámicas laborales y políticas se entrecruzan y condicionan. Las dos influyen
en las dinámicas demográficas. La España vaciada no es un fenómeno nuevo. Ni
siquiera el paso de la dictadura a la democracia logró frenarlo. Y eso que se
primó el territorio sobre la población a la hora de establecer la financiación,
o, de forma interesada, se diseñó el sistema electoral, dando más peso al voto
rural -suele ser más conservador- frente al urbano. Ni las leyes electorales ni
el llamado fondo de compensación aminoraron la emigración del campo a la
ciudad. La irrupción en el escenario político de una fuerza como Teruel Existe
demostró el potencial de este tipo de alternativas electorales. Ahora, con la
convocatoria de elecciones autonómicas en Castilla-León, y a pesar de las
urgencias del PP, han surgido nuevas siglas para defender los intereses de la
Castilla vaciada: Palencia Existe, León Ruge, Burgos Enraíza, Soria ¡Ya!, … que
se suman a la ya histórica Unión del Pueblo Leonés. Todo un reto democrático.
¡Feliz 2022!
URBANO GARCÍA
Imagen: Yolanda Díaz, Antonio
Garamendi, Unai Sordo y Pepe Álvarez.