Por decreto. Así pretende solucionar el gobierno Rajoy
el conflicto con los estibadores. Asocio los trabajadores de los puertos con la
película “La ley del silencio” de Elia Kazan. No lo puedo remediar, y eso que sé
que el ambiente portuario tan solo era la escenografía elegida por el director de
origen turco para hablar de la delación y de la solidaridad, para ventilar el
conflicto que le atormentaba, su declaración ante el senador McCarthy durante
la caza de brujas. El macartismo recortó libertades civiles y puso en peligro
la democracia estadounidense con la excusa de una amenaza comunista, casi siempre
más supuesta que real. En 1953, la población de EEUU vivía aterrorizada por la
guerra fría. La amenaza nuclear fue un espantajo útil para recortar derechos.
La
huelga de los estibadores tiene un cierto aroma vintage. Es lo que se lleva. Trump agita el peligro nuclear para levantar
la veda a este tipo de armas. Y Rajoy intenta doblegar a los trabajadores de la
estiba, tal vez envidiando lo que hizo Thatcher con los sindicatos mineros. Salvador
Navarro, líder de la patronal valenciana, pide la intervención del ejército. Trabajadores
privilegiados, con elevados sueldos, en un sector estratégico y controlados por
una mafia sindical, ¿les suena? Parece sacado del manual para la demonización
de la clase obrera. Los estibadores, gracias a su posición de fuerza, se han opuesto
a liberalizar su contratación como pide una Unión Europea en manos de la
derecha. A pesar de vivir del comercio, la estiba sigue siendo un reducto de resistencia
a una globalización asociada a la pérdida de derechos laborales. No hay que despreciar
las secuelas que tratados como el NAFTA (EEUU-Canadá-México), el CETA
(UE-Canadá) o el TTIP (EEUU-UE) dejan y dejarán en el maltrecho mundo del
trabajo. Trump pesca en ese caladero.
FISCALES
Alguien
debería responder por tanto engaño. Por el desparpajo con que nos venden una
moto vieja y gripada. Intentan convencernos de la bondad de unos tratados
comerciales que a quienes más benefician es al capital financiero y a las
empresas transnacionales. Hablan de normalidad democrática cuando se trata de anular
la independencia del poder judicial. O peor, implantar el terror para que
ningún magistrado combata la corrupción. El PP busca su impunidad. Así se
explican los últimos nombramientos en el ministerio fiscal.
Ante
un presidente murciano, Pedro Antonio Sánchez, plurinvestigado en varios casos
de supuesta corrupción, el PP responde cambiando al Fiscal que instruye las
causas. Manuel López Bernal denunció en los micrófonos de la SER la indefensión
en la que se encuentran los fiscales que como él luchan contra la corrupción. Matar
al investigador, después al mensajero. Eso es lo que hace el PP. Su pacto con
C’s era un plato de lentejas. Lo importante era seguir en la Moncloa. Tener el
ejecutivo da más poder del que figura en los libros. Bien lo saben Rajoy y su
Ministro de Justicia, ambos han dado sobradas pruebas de no creer en la separación
de poderes. Purga ideológica. Así ha calificado la asociación progresista de
fiscales los últimos cambios en el tercer poder del Estado. La sistémica deslegitimación
de las instituciones que velan por la calidad democrática es la forma más
eficaz de acabar con la democracia. A eso juega el PP.
VERTIGEN
Empar
Marco se ha impuesto a prejuicios y condicionantes. Enfrente tiene un gran reto.
Nada menos que hacer una nueva RTVV que supere lo poco bueno de la primera, y
haga olvidar las montañas de escoria que generó, especialmente durante las dos
décadas bajo el diktat del PP. No lo
tendrá fácil. Empar es valiente y no le da vértigo los riesgos.
Agotado
su argumentario y con un pasado ignominioso, al PP le gustaría resucitar la
batalla de València. Poner el énfasis
en las pasiones más primarias, en la ideología. Pero nada es igual. Su pasado
le pesa como una losa. Además de manipular, el PP gestiona mal lo público. No
hay más que hacer balance de sus dos décadas de gobierno. La ruina de RTVV es
parecida a la de la Ciudad de la Luz, la de EMARSA, ACUAMED, y tantas otras que
han vaciado las arcas públicas y nos han dejado con la mayor deuda del Estado. El
PP ha intentado por todos los medios frenar la recuperación de algo tan básico
como unos medios de comunicación propios. La derecha sabe que un país es su
gente comunicada. La ignorancia mutua alimenta prejuicios. También habrá que
estibar esa carga.
URBANO GARCIA
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