Aún no estamos en verano y la canícula ya aprieta.
También la temperatura política ha subido unos cuantos grados. Pasado el
trámite de la tercera moción de censura, queda la resaca y la digestión del
anunciado resultado. Las cifras previas no han variado. Es lo que hay. El mapa
político de las Españas sigue siendo el mismo. Las mismas fracturas, los mismos
retos. “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios”. Pero ni los retos ni las
fracturas son los que dolían a Machado. Ahora el mundo es más complejo. A la
brecha social se han sumado la territorial, la digital, la generacional,… fracturas
transversales que cruzan los ámbitos partidistas en un siglo XXI con ecos a fin
de época. En la moción de censura se escenificó la soledad de un PP necesitado
de C’s para seguir en el poder. A pesar de ese báculo, el gobierno cosechó menos
apoyos de los que censuran su gestión. Es el poder taumatúrgico de las cifras. Dan
para otro gobierno, y sin embargo seguimos teniendo a Rajoy. Apoyando
claramente la moción de Unidos Podemos, se situaron, además de los 67 diputados
de este grupo, los 4 de Compromís,
los 9 de ERC y los 2 de Bildu. En el bloque de la abstención se situó un PSOE
que seguirá un tiempo en standby, aunque su Congreso consolide
el nuevo liderazgo de Pedro Sánchez. Se vislumbran nuevas oportunidades para el
aún desorientado partido socialista. Veremos en qué quedan. Cristina Narbona,
la nueva presidenta del PSOE, es un compromiso por la sostenibilidad y las
energías renovables. Una apuesta de futuro. Que el PNV -a pesar del trato a
favor dado por Montoro al cupo vasco- y el PDeCat -con su envite
independentista- se hayan sumado a la abstención es señal de que nada está
predeterminado. El reto territorial está ahí. La Constitución del 78 ahora constriñe
más que libera. Su revisión es inaplazable. El colectivo ACTÚA, del que forman
parte Baltasar Garzón, Llamazares y Cristina Almeida, entre otros, ha nacido
con voluntad de catalizar la convergencia. Hacer de argamasa de la alternativa
posible.
MONTAR EL POLLO
Las
miradas puestas al este y al oeste de la península. En Portugal y en el País
Valenciano. En ambos extremos, coaliciones de la izquierda plural han
desbancado a derechas neoliberales y corruptas. Portugal ha desaparecido de los
informativos. No se informa de lo que no interesa al establishment. El Acuerdo del Botànic
pasa el ecuador de la legislatura con nota, pero no hay tele que lo cuente. Ni
los aciertos ni el acoso al que el ejecutivo de Rajoy somete al Consell salen en pantalla. Anemia
informativa. No es fácil defender derechos cuando se recorta su financiación. Los
valencianos somos tratados como ciudadanos de segunda. A pesar de que nuestra
renta per cápita está por debajo de la media, contribuimos como si fuéramos
ricos. El Estado en manos del PP es como la madrastra del cuento, en vez de
velar por un reparto justo, lo hace según su capricho y conveniencia. El
maltrato es patente. En los Presupuestos Generales del Estado y en las
inversiones directas. No hay más que ver la dejadez con la que se trata a una
infraestructura tan fundamental para nuestra economía como es el eje
ferroviario por el Mediterráneo. Desde Porbou a Algeciras, en esa franja del
litoral se concentra una parte importante del potencial turístico y económico del
Estado. Algo que el PP, llevado por su ceguera ideológica y sectaria, es
incapaz de ver.
Aunque
la vindicación sea justa, no es fácil movilizar a la sociedad. Además de haber motivos
conocidos y compartidos, hay que planificar un calendario. Al compromiso
político hay que sumar la percepción social. La vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, lo resumió como
“montar el pollo”. Parece que es la única forma de que se nos tenga en cuenta.
El
sábado 10 de junio, una parte de la sociedad civil valenciana reclamó un trato
justo por parte del Estado. La reclamación ha ido en aumento. Cada vez hay más
sectores sociales sumándose a la demanda. Los empresarios valencianos empiezan
a estar hartos del ninguneo. El President
de les Corts, Enric Morera, ha hecho un llamamiento para que todos los
partidos se comprometan con los intereses valencianos. Apoyo que al ex portavoz
de C’s en la CV, Alexis Mari, le ha costado el cargo. La jefa del PP, digo de
Bonig, también reculó presionada por su partido. Ni PP ni C’s están por la
labor de pedir a Rajoy un trato justo para los valencianos. ¡Lástima!
Mientras,
la OCDE en su último informe dice que la desigualdad y la pobreza crecen en
nuestro país. De poco sirven las cifras macroeconómicas de las que presume Rajoy
si la mayoría de la población vive peor. Y la amnistía fiscal de Montoro
resulta que además de amnistía es anticonstitucional. El Estado en manos del PP
es como una gran oficina de blanqueo e injusticias.
URBANO GARCIA
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