Final de un trámite o punto y aparte para el PSOE. El
lunes, sexto aniversario del 15M, los tres candidatos a dirigir el partido
protagonizaron el único debate de la campaña interna para elegir quién liderará
el socialismo hispano. A pesar del hondo calado de la crisis socialdemócrata,
los aspirantes apenas salieron del círculo infernal que acecha al PSOE. Fue una
necesaria sesión de terapia. Los tres pasaron de puntillas sobre las cuestiones
que trascienden nuestro limitado ámbito territorial. La pesada herencia de los
últimos años lastra cualquier análisis profundo. La creciente sangría de votos
del PSOE no ha ido acompañada por la pérdida de poder, gracias, entre otras
cosas, a pactos con la que Susana Díaz llama “izquierda inútil”. Etiqueta que
pone a todo lo que se mueve a su izquierda, que es casi todo, PODEMOS, COMPROMÍS y hasta el propio PSC. Y es
que Susana gobierna Andalucía apoyada por C’s, esa derecha presentable tan
querida por ella y por el IBEX35.
SOCIAL-LIBERALES
Los
eslóganes tapan el verdadero debate. Al margen de las cualidades de los
candidatos, tras el “100% PSOE” o “el PSOE de la militancia” hay dos modelos
radicalmente distintos de entender el socialismo. Dos modelos parecidos a los que
se disputan el futuro en el resto de partidos socialdemócratas europeos. No hay
más que mirar a Francia. Allí, el PSF fue barrido en la primera vuelta de las
presidenciales. Hammon no tuvo la culpa del descalabro. Una suerte similar
corrió la derecha republicana encabezada por el ultraconservador e imputado
Fillon. El bipartidismo de la V República parece agotado. El esquema político
dominante tras la II GM está en una profunda crisis.
Tras su efímero paso por el gobierno Hollande -fue Ministro
de Economía-, el social liberal Emmanuel Macron montó el movimiento En Marche!, transformado, tras su llegada
al Eliseo, en el partido La République En
Marche
(LRM). Operación contrarreloj para evitar salir de las legislativas de junio
trasquilado y con una incómoda cohabitación. La primera mirada de Macron ha sido
hacia la derecha moderada de Juppé, nombrando primer ministro a Edouard Philippe,
alcalde de El Havre. El recién nacido LRM se alimentará del trasvase de cuadros
republicanos, pero también del PSF. Valls, tras anunciar la defunción de su
antiguo partido, ha sido el primero en pedir turno. El nuevo espacio político
que pretende ocupar Macron se sitúa entre el PSF y la derecha republicana. Un
espacio al que no harían ascos ni la vieja guardia del PSOE, ni la lideresa
andaluza, cómoda con C’s y reacia a acuerdos con su izquierda. Los franceses
parecen seducidos por André Burguière que acaba de publicar La gauche va-t-elle disparaître? Provocación o profecía fruto del análisis
de la situación, el caso es que el historiador francés pone la lupa en un tema de rabiosa actualidad.
Seguro que Schulz y el SPD también reflexionan sobre esta cuestión tras perder
las elecciones en su antiguo feudo de Renania del Norte-Westfalia. La Große Koalition tiene un precio.
DESAFECCIÓN
Los jóvenes no parecen conectar bien con las siglas
históricas del socialismo. No las encuentran útiles. Al menos en los países de
nuestro entorno. Hay una percepción general de que el mundo de hoy es mejor que
el de ayer y también que el de mañana. El futuro aparece lleno de
incertidumbres. Las salidas neoliberales no han hecho más que emporar las
cosas. La desigualdad se ha disparado incentivada por la globalización de la
economía pero no de los derechos. La devaluación y desprestigio de la política deja
la gobernanza de las cosas importantes en manos de los lobbies y las grandes empresas transnacionales. La desregulación y
la falta de controles por parte de unos Estados jibarizados han fomentado todo
tipo de desmanes. Cada vez hay menos derechos laborales y el trabajo es más
precario. El economista inglés Guy Standing lo dice claro y alto en su último
libro, La
corrupción del capitalismo (Pasado & Presente), “el
precariado mira a los socialdemócratas y les dice: ¡no nos representáis!”. El
drama de la socialdemocracia está servido.
NOTA:
“Me nombró el Presidente del Gobierno que tiene la confianza de la Cámara. Es
nuestro modelo verdaderamente democrático(…) El Presidente que nombra a
Ministros es el que puede cesarlos”, dijo el Ministro de Justicia, Rafael
Catalá, tras ser reprobado por el Congreso. ¿Algo más?
URBANO GARCIA
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