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sábado, 29 de julio de 2017

MOCIÓN DE CENSURA

“El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura” (Artº 113.1 de la Constitución Española) ¿Hay motivos para exigirla? Los hay de sobra. ¿Hay una mayoría alternativa a la gobernante? No está claro, o sí. Entonces, ¿qué finalidad tiene poner una moción de censura? Se me ocurren unas cuantas, entre otras poner negro sobre blanco y ante la opinión pública todo lo que está haciendo el PP en contra de la mayoría. Siempre es un placer oír a los diputados/as su opinión sobre el estado real del país. Una siempre necesaria puesta de los píes en tierra de sus señorías.  
                  Si nos atenemos a los hechos, ninguna de las dos mociones planteadas desde la reinstauración de la democracia en 1978 han logrado cambiar al gobierno. Y es que la “moción de censura constructiva” que marca la Constitución forma parte de un sistema que prioriza la estabilidad política por encima del control parlamentario. En mayo de 1980, el PSOE planteó una a Adolfo Suárez. Sólo dos años después, y con el golpe de Estado del 23F de por medio, Felipe González llegó a la Moncloa. En marzo del 87 fue Alianza Popular quien puso una moción de censura a Felipe González. El candidato alternativo a presidir el gobierno, Hernández Mancha, no solo no se consolidó en AP sino que fue fulminado por el dedo todopoderoso de Manuel Fraga.

LA VÍA VALENCIANA
                  En vísperas de ventilarse la moción de Unidos-Podemos, la mayoría del Congreso ha aprobado los Presupuestos Generales. Un PP en minoría ha mercadeado con los dineros de todos, repartiendo conforme a su interés más inmediato: la permanencia de Rajoy en la Moncloa. Montoro ha comprado los votos del PNV mejorando el cupo vasco, un exclusivo sistema que sitúa a Euskadi como la autonomía mejor financiada. Para atraer el voto del único diputado de Nueva Canarias, el PP, además de dinero, ha dado al territorio insular lo que desde hace años le viene negando: mejoras en el precio del transporte. Por contra, la valenciana es la que peor parada sale de unos presupuestos que dibujan un Estado fracturado territorial y socialmente. Al deficiente sistema de financiación se suman unos Presupuestos que dan la espalda a las necesidades más básicas de la población. Y, ¿qué decir de las inversiones necesarias para relanzar la economía valenciana? Estas brillan por su ausencia. Estamos pues ante el enésimo agravio del gobierno Rajoy. Su forma de acabar con cualquier alternativa es negarnos el pan y la sal. Sitiar al pueblo valenciano recortándole el flujo económico hasta conseguir su sumisión. El objetivo del PP es abatir al gobierno salido del Acord del Botànic, un pacto que acaba de cruzar el ecuador de la legislatura sin hacer recortes y recuperando parcelas de atención pública privatizadas por el PP. Un gobierno bipartito (PSPV-Compromís), apoyado por Podemos, que ha cambiado las prioridades, dejando atrás la corrupción y poniendo por delante a las personas. El éxito de la vía valenciana es lo que el PP busca hundir. Recortando la caja o dificultando la aplicación de leyes autonómicas que mejoran la vida de la gente.    
                  La vía valenciana es parecida a la portuguesa. Los lusos han logrado con un gobierno formado por socialistas, comunistas y el Bloco (parecido a Podemos) rebajar el déficit a menos del 3%. Portugal ya no está en el punto de mira de la troika. Objetivo lejano para Rajoy Manostijeras.

DEBATE
                  Devaluación democrática y crisis de representatividad suelen ir juntas. Cuando eso ocurre, la puerta de la desafección se abre de par en par. Los electores se rinden a la abstención o abrazan a gurús con recetas de falsos paraísos. En algunos casos, se pide mayor calidad democrática. Entonces, se intentan cubrir los fallos de la democracia representativa con parches de democracia deliberativa. A fin de cuentas, ambas están unidas por vasos comunicantes y tienen un mismo objetivo: mejorar la participación y estabilizar el sistema. La moción de censura no deja de ser una oportunidad para debatir. Dudo mucho que Rajoy acepte el reto. No va con su talante.
NOTA: Desde que Aznar renovó la capacidad de los arzobispados de inmatricular propiedades, el patrimonio de la iglesia católica ha crecido exponencialmente. Un ejemplo es la Mezquita de Córdoba. No es el único. Antes de que la oposición lleve al Parlamento una propuesta para acotar este abuso, el PP quiere censar el patrimonio eclesiástico obtenido mediante esta artimaña legal. A ver si así nos enteramos de las propiedades que tiene la Iglesia en Valencia y que no pagan el IBI.   

URBANO GARCIA

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