“… Y se amansen los
caminos, y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo, con el corazón
lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan solo por el hecho de
estar vivos…”, el poema atribuido a Alexis Valdés, Mario Benedetti y Kitty O’Meara,
corre por las redes como una descarga de adrenalina empática. Lo más importante
es lo que dice el poema, no quien lo dice. Nada mejor que un canto de esperanza
al final de un año de pesadilla. El inicio de la vacunación llena los bolsillos
de esperanza, aunque los datos sobre la infección por el virus SARS-CoV-2
siguen siendo muy preocupantes. Las cifras se disparan en todo el mundo,
poniendo las unidades de cuidados intensivos de los hospitales al borde del colapso.
La emoción del momento no debería nublarnos la prudencia. De las muchas mutaciones
que ha tenido el coronavirus, la más contagiosa, hasta ahora, saltó de las “aisladas”
islas británicas al continente. No hay fronteras para un virus globalizado, ni con
Brexit ni sin él.
FUTURO
Dicen que los ideales es lo primero que empeñamos.
Que los sueños, sueños son, y apenas cotizan en el mercado de las chuches. Pero
mientras nos tienen cautivados, los sueños son capaces de causar grandes
estragos. El agónico acuerdo para la desconexión británica de la Unión Europea
es un buen ejemplo. Muchos británicos sueñan con volver a glorias imperiales hace
tiempo perdidas. Muchas de las páginas del acuerdo con la Unión son cautelas
europeas para un socio que no siempre ha sido leal. Si no hubo lealtad cuando
más lazos e intereses tenía con los miembros de la comunidad europea, no hay
motivos para pensar que a partir de ahora va a ser diferente. Gran Bretaña no sólo
no se integró en la eurozona, sino que hizo de su City el buque insignia para
especular contra el euro. Es bien conocida la pasión británica por el juego,
por la apuesta, por la especulación. El Brexit es su última gran lotería nacional.
Desde que los euroescépticos consiguieron convencer -mediante fake news
y manipulaciones- a una escuálida mayoría de las bondades del divorcio, la
espiral de desencuentros no ha hecho más que crecer, mientras el contexto
internacional experimentaba importantes mutaciones. El gran aliado del Brexit,
digo de Trump, ya es agua bajo el puente de la historia, aunque sigue teniendo margen
para continuar haciendo fechorías durante los pocos días que le quedan como
residente en la Casa Blanca. Tampoco figuraba en la bitácora de la escisión la
pandemia que aún nos tiene asolados. Ni la fortaleza de una Unión Europea capaz
de hacer frente a uno de sus mayores retos, sin deshacerse como un azucarillo. Nadie
sabe aún cómo repercutirá el Brexit sobre la Unión Europea, ni sobre Gran
Bretaña. Por lo pronto, estamos contemplando el tráiler de una película de catástrofes.
VACUNAS
Dicen que son el principio del fin. Permitirán que esta
tormenta pase. Al menos, ese es nuestro sueño, que termine la pesadilla. Con
buen criterio, la administración de las vacunas ha comenzado por dónde más
golpeó la pandemia: las residencias de ancianos. Araceli, 96 años, residente, y
Mónica, 48 años, enfermera, ambas de la residencia Los Olmos de Guadalajara,
fueron las primeras en ser vacunadas. Después comenzó una campaña que permitirá
doblegar la Covid-19 que tanto daño nos está haciendo. Pero hasta entonces no
hay que bajar la guardia, como insisten las autoridades sanitarias.
Cuando esta
tormenta pase… nada volverá a ser igual. La pandemia está dejando una profunda
huella. Y no sólo por los seres queridos que nos ha arrebatado. La Covid-19 ha
trastocado vidas y haciendas, costumbres y ritos. Durante 2020 hemos establecido
nuevas prioridades. Algunas perdurarán. Durante 2020 hemos relativizado valores
que pensábamos inmutables. Hemos descartado viejas e insanas costumbres que no
deberían volver. Hemos diferenciado lo importante de lo urgente. Lo útil de lo
accesorio. Lo fundamental de lo prescindible. Cuando esta tormenta pase… nos
seguiremos acordando de ella. Y aunque volvamos a viejas rutinas, tendremos que
desempolvar la agenda y retomar asuntos pendientes. Tormentas que siguen amenazando
nuestro horizonte. Y pienso en la crisis climática, por ejemplo. Cuando esta
tormenta pase…
URBANO GARCIA