Parece que haya pasado un década y sólo han sido dos
años. Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que el movimiento 15M hizo su
irrupción en la escena pública. Para celebrar el aniversario, decenas de
manifestaciones recorrieron numerosas ciudades. Todas las reivindicaciones de
2011 siguen valiendo hoy en día. Y es que las causas que motivaron el
nacimiento del 15M en la primavera de hace dos años siguen vivas. Algunas
incluso con más fuerza. Tras la euforia de sus primeros meses, llegó el tiempo
de reflexión.
El
15M se hizo más líquido si cabe, usando la terminología del sociólogo y Premio
Príncipe de Asturias Zygmunt Bauman. Se diluyó en los barrios, impulsando e
impregnando al movimiento ciudadano de sus formas de hacer política. Unas
formas olvidadas por la mayoría de los partidos y que beben de los orígenes de
la democracia. Precisamente, en la recuperación de esas otras formas de
entender la acción política es donde está el futuro de las organizaciones de
izquierdas, verdes, alternativas,… o llamémosles simplemente fuerzas
transformadoras. En estos dos años, el 15M se ha impregnado de realismo sin
perder la utopía. Ha comprendido que para cambiar las cosas hace falta usar
todos los medios, incluso los escuálidos mecanismos que nuestra enclenque
democracia pone en manos de la ciudadanía. Ya en sus inicios, el 15M se
solidarizó con todos los que sufren los abusos de la banca, empezando por los
afectados por la hipoteca y las víctimas de desahucio. La PAH recibió del 15M
savia nueva y nuevas formas de acción. El apoyo a su Iniciativa Legislativa
Popular se debe en gran parte al impulso recibido desde personas vinculadas al
15M.
En un
contexto de emergencia democrática y de reflexión sobre cómo hacer una
revolución sin violencia, uno de los debates más recurrentes es cómo impulsar la
confluencia de las fuerzas transformadoras. Sumar para hacer posible un
verdadero cambio. Sin olvidar que el 15M es el reflejo de la sociedad en la que
nació. Por eso no es extraño comprobar la sintonía que muestra con lo que reflejan
las encuestas, como por ejemplo con la pérdida de apoyo ciudadano por parte de los
dos principales partidos que se han turnado en el gobierno desde la Transición.
Ese distanciamiento de las viejas formas de la política y la búsqueda de cauces
de participación más transparentes y democráticos es una de las características
del 15M. Su radicalidad democrática forma parte del momento político que se vive
en toda la Unión Europea. Es común en la irrupción de nuevas formaciones como
SYRIZA en Grecia, o el Movimento Cinque Stelle en Italia. Cada país con sus propios rasgos. Aquí, el
15M impulsa numerosas plataformas que catalicen la convergencia de las fuerzas
capaces de llevar a cabo los cambios necesarios en nuestra anquilosada
democracia. ¡Suerte!
EUROESCÉPTICOS
Están
en el polo opuesto al 15M. Su aumento va ligado al austericidio de unas instituciones
europeas con un grave déficit democrático. Una combinación explosiva que está
llevando al suicidio al proyecto que políticos como el francés Shuman o el
alemán Adenauer soñaron hace más de medio siglo. De aquel espíritu pionero
apenas queda nada. Medio siglo después, priman estrechos intereses nacionales por
encima de la construcción de un proyecto colectivo. La moneda única se ha
convertido en un eficaz instrumento financiero para que la banca se imponga al
poder político emanado de la ciudadanía. Y los ideales de justicia, igualdad y
solidaridad han caído en el olvido. Al menos esa es la percepción que se tiene
desde la periferia europea. Por eso, el 8 de mayo, Día de Europa, se celebró de
forma muy desigual en los diferentes países de la Unión. En España, antaño cantera
de ferviente europeísmo, la celebración pasó sin pena ni gloria. Una mala señal
de cara a la participación en los próximos comicios de 2014 para la elección de
eurodiputados. Claro que nada comparable a la ola antieuropea que sacude la Pérfida
Albión, siempre al borde del aislamiento, en donde dos ministros del gabinete
de Cámeron se han manifestado en contra de la pertenencia de su país a la Unión
Europea. Les parece poco estar fuera de la eurozona y hacer de la City un buque
pirata desde el que se especula a diario contra el futuro del euro. Hace falta
más Europa, pero también hace falta otra Europa.
URBANO GARCIA
FOTO: Urbano García
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