La decisión política ya estaba tomada. Sólo hacía
falta una comisión de expertos que le diera una envoltura técnica que justificara
la decisión política tomada. De eso se trataba. De blanquear la más negra de
las decisiones. Para esas ocasiones están los expertos. Para eso los elige el
gobierno, para que le digan lo que quiere oír. Es lo que ha hecho el PP.
Nombrar al zorro para que cuide el rebaño. Ni más ni menos. El gobierno de
Rajoy ha seleccionado un ramillete de expertos para que certificaran la
insostenibilidad del actual sistema de pensiones. Pero hay que evitar la imagen
de unanimidad, suena demasiado a votación a la búlgara, y no está bien visto.
Tal vez por eso, entre los doce hombres “buenos” –no sé cuántas mujeres han
formado parte de este consejo de sabios- ha habido algún sindicalista. Más que
nada para dar color. Al menos eso opinan los compañeros de Miguel Ángel García,
jefe del gabinete económico de CC.OO. ¿Qué necesidad tenía el experto del
sindicato de estampar su firma junto con la del representante de las
aseguradoras? Así se alimenta el descrédito y la desafección, con este tipo de
alianzas antinatura. CC.OO. no ha tardado en desmarcarse, pero el mal ya está
hecho. Asociar la edad de jubilación a la esperanza de vida (Factor de Equidad
Intergeneracional) es una villanía, pero asociar su cuantía al número de
cotizantes (Factor de Revalorización Anual) simplemente es un saqueo. Uno robo más
a los que menos tienen.
FRA, FEI, FAES.
Tras
el informe de las pensiones apareció la sombra del ángel exterminador. Hace
tiempo que el think tank de la
derecha hispana brama contra el actual cálculo de las jubilaciones. Privatizar los
planes de pensiones forma parte del programa del Consenso de Washington, el
acta de nacimiento del pensamiento neoliberal. Desde principios de los 90’ la
derecha no ha cejado en su empeño de hincarle el diente a ese apetecible pastel
del Estado del Bienestar que son las pensiones. Rajoy y sus mariachis preparan ya
el asalto.
Con
el visto bueno de la FAES, eso sí. Del XXI al XIX. Ese viaje al pasado hizo el
otro día Josemari en el Club Siglo XXI durante su gira promocional. “El voto
debe entenderse como lo que es. Un mandato para retomar un programa de reformas
tan profundo como lo requiere el contexto nacional e internacional, y como lo
espera y necesita la inmensa mayoría de los españoles”. ¡Olé! Si no quieres una
taza, toma el bidón entero. Y Josemari remató “que la mayoría parlamentaria
actual sea garantía del impulso reformador que España necesita”. ¡Olé, olé y
olé! La derecha sin complejos, sin máscaras, sin vergüenza. ¿Qué quiere
Josemari? Posiblemente, siguiendo las enseñanzas de su amigo Berlusconi, el
perdón de la justicia. Del juicio de la historia no le salva ni dios. Su legado
se desmorona. Su “milagro” económico es ahora nuestra pesadilla.
EL RAYO VERDE
¿Recuerdan
la película de Éric Rohmer? En ella, el cineasta francés nos enseñaba ese
fenómeno luminoso que se produce en el crepúsculo. Una tenue luz verde que
aparece en el horizonte marino en el momento en que el sol desaparece tras él.
Apenas dura un instante. Casi, una ilusión óptica. “Un rayo verde”, eso dice
Rajoy que ve en el horizonte de la crisis. “El año que viene irá mejor”, afirmó
en Peñíscola ante una audiencia trufada de imputados. Los datos lo desmienten.
La caída del PIB aún no ha tocado fondo, ni la destrucción de empleo, ni la
descapitalización del país. Dicen los expertos –los hay para todo- que la
década está perdida. A los sabios que forman parte del jurado de los Premios
Jaume I no les gustan los recortes en investigación. Y es que suben las tasas
académicas, disminuyen las becas, se cierran centros de investigación, como el
Príncipe Felipe, y se recorta en educación. Por eso no es raro que algunos de
nuestros mejores estudiantes nieguen el saludo al ministro Wert, un experto
adoctrinando con rancia ideología.
URBANO GARCIA
FOTO: Urbano García
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