Jueves 18 de julio -¡vaya fecha!- los gobiernos
valencianos del PP ponen la alfombra roja en la plaza del Mercado. Decenas de
coches oficiales ocupan el espacio urbano en un despliegue sin precedentes. La
policía acordona el lugar e impide que curiosos e incrédulos capten la
sorprendente escena de prepotencia y despilfarro. Se presenta nada menos que la
llamada “marca España”. Una campaña promocional con un tufo similar a las que
cocinaba el franquismo. A mi me recuerda al “¡Compre productos españoles!” con
el que las huestes del dictador pretendían fomentar el consumo interior. El
éxito de esas campañas de la dictadura estaba garantizado. El poder adquisitivo
de la mayoría de la población era tan bajo que tan solo daba para consumir
productos hechos aquí. Camino de ese escenario vamos. A eso huelen las rancias
campañas que orquesta el PP, a intentar tapar la peste que desprende el viaje
al pasado de sus medidas económicas y políticas. Y es que la casposa ideología
de la derecha supura por todos los poros del estado. Regresa la doctrina y el
totalitarismo.
Unos
días después, tras la pitada con la que se acompañó al himno de España en la
inauguración en Barcelona de los Campeonatos del Mundo de Natación, el director
adjunto de la marca España, Juan Carlos Gafo, escribió en su cuenta de Twitter:
“Catalanes de mierda. No se merecen nada”. Pidió disculpas por el insulto, pero
no pudo evitar su cese. Es bien sabido que así es cómo se realimentan los
fundamentalismos.
PARRILLADA
Ese
mismo 18 de julio, ante la sede valenciana del PP, se volvió a oír “no hay pan
para tanto chorizo”, el eslogan popularizado hace dos años por el movimiento
15M. En esta España de saqueo, choriceo y recortes sociales, lo único que
reverdece es la indignación. Cuatro personas fueron detenidas en una encerrona de
la policía en la calle Turia, no lejos del lugar de la protesta. No hizo falta
que hubiera provocación. El objetivo era satanizar la crítica. Y así se hizo.
Para eso Gallardón ha endurecido las leyes, para dar cobertura al incremento de
la represión. Los vecinos del lugar que presenciaron desde sus balcones el
espectáculo, protestaron contra la actuación de la policía lanzando agua y con
una cacerolada espontánea.
La
presunta financiación ilegal del PP durante los últimos 20 años es el mayor
escándalo ocurrido en la España democrática. El silencio y la falta de explicaciones
por parte de Rajoy es un intolerable desprecio a la ciudadanía en un país que
se considera democrático. Todas las alarmas están encendidas ante la aparición
de numerosos signos totalitarios. Escudándose en su mayoría absoluta, el PP
está jibarizando la democracia. La pérdida de libertades y el recorte de
derechos se suma a la actitud del PP de esconder sus vergüenzas debajo de la
alfombra. Un comportamiento que indigna cada vez a más ciudadanos que no están
dispuestos a soportar pasivamente esta deriva antidemocrática.
JUSTICIA
Argumenta
el Tribunal Constitucional que es compatible formar parte de él y ser militante
de un partido político. El PP le ha puesto la puntilla a Montesquieu. La separación
de poderes es una antigualla. La independencia política de la Justicia y de sus
miembros una tontería. Sabíamos que la mayoría de jueces y magistrados
sintonizaban con las ideas conservadoras, pero hasta ahora guardaban las
formas. Para qué aparentar. Llegó la hora de quitarse la máscara, ya no hace
falta disimular. Como los empresarios que daban su óbolo al PP, también jueces
y magistrados quieren que se les vea. Que se sepa quienes son. Eso es lo que
piensa su actual presidente, Francisco Pérez de los Cobos. Lo malo es que lo
ocultó en sede parlamentaria. Un pequeño olvido. “Nadie me preguntó”, dice este
militante de base del PP.
NOTA: La Fiscalía ha pedido al jugado la reapertura de
la causa del accidente del metro de Valencia del 3 de julio de 2006. Han
aparecido nuevos indicios, nuevas pruebas que lo justifican. A ver si esta vez
se hace justicia y el PP no vuelve a meter debajo de la alfombra unos datos y
unas responsabilidades nunca asumidas.
URBANO GARCIA
FOTO: Economía Zero
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