No hay nada más engorroso en la vida que perder el
tren. El tiempo que pasa no vuelve. Nuestra historia está llena de trenes
perdidos. De oportunidades que se nos escaparon entre los dedos. Sin esas
ocasiones perdidas no se entenderían algunos de nuestros seculares retrasos.
Con la crisis, no es que hayamos dilapidado oportunidades, es que vamos camino
de hundir nuestro futuro un poco más en el cieno. Reducir la inversión en I+D+i
hoy, por ejemplo, es sembrar la miseria de mañana. Ese tren siempre lo
perdemos. Incluso cuando parece que estamos subidos a él. Hasta hace unos pocos
años éramos punteros en todo lo referido a generación de energías renovables.
Ya no lo somos. Los recortes en el sector nos han vuelto a poner a la cola de la
que algunos se empeñan en que nunca salgamos. A pesar de la supuesta
liberalización y de ser un sector estratégico para la economía, el mercado de
la energía sigue dominado por muy pocos. No somos la excepción. Solo que aquí los
amos son menos y tienen más poder. Las grandes compañías energéticas hacen y
deshacen a su antojo. Su posición de oligopolio sería impensable sin la
necesaria complicidad del poder político. Las famosas puertas giratorias funcionan
a tope. No hay más que repasar la lista de ex presidentes y ex ministros en
nómina de las grandes empresas eléctricas. Está claro que no todo el mundo
pierde el tren, aunque sea a costa de perder la honra.
TREN RADIAL
Hace
unos días, se inauguró la línea de alta velocidad Madrid-Alicante con la alcaldesa
imputada, Sonia Castedo, mendigando una foto. Rajoy subió al AVE y al tren del
optimismo, según algunos cronistas. Y eso que el tramo inaugurado –el enlace
desde Albacete- ha costado la friolera de casi 2 mil millones de € y apenas acorta
50’ la duración del viaje. Valencia y Alicante ya están unidas por alta
velocidad a la capital del Reino, pero ellas siguen estando igual de distantes.
Es más, las inversiones en el AVE han afectado al resto de líneas férreas. Tal
vez había que compensar el fuerte desembolso económico. Los peor parados han
sido los trenes de cercanías. ¿Dónde está la articulación del País (valenciano,
por supuesto)? ¡Qué oportunidad perdida! El cómo se va construyendo la red de
alta velocidad refleja las prioridades de los gobiernos. Visto lo visto, sigue
dominando la concepción radial del siglo XIX, frente a opciones tal vez más
rentables. ¿Cómo va el eje mediterráneo, señor Margallo? Ya sabe que Europa no
espera. Quien está contento es el mercado de las segundas residencias de Alicante
y Murcia. Confía en que a partir de ahora los clientes madrileños se lanzarán a
comprar chalés en Torrevieja y en La Manga. La burbuja inmobiliaria también se
sube al AVE.
DILIGENCIA
A dos
velocidades. Así va el país, el valenciano y el otro. Unos a 300 km/hora, otros
en diligencia. Y no lo digo por las palabras del responsable de relaciones
laborales de la CEOE, José de la Cavada, más propias de un patrón del siglo XIX
que de un empresario del XXI. Lo digo por cómo el austericidio está devaluando nuestra calidad de vida. Un reciente
informe del British Medical Journal
lo pone negro sobre blanco: “con los recortes en sanidad están aumentando los
casos de tuberculosis y VIH en España”. La noticia no es nueva. Hace unos
meses, un informe sobre la repercusión en la salud de las privatizaciones en la
sanidad pública valenciana decía más o menos lo mismo. Ahora los datos de la
prestigiosa revista inglesa vienen a corroborar este deterioro. Seguimos los
pasos de Grecia. Allí, el primer ministro, Samarás, de Nueva Democracia, ha
cerrado la radio televisión pública (el Tribunal Supremo le ha ordenado el
restablecimiento inmediato de la señal), tal vez temeroso de que se sepa lo que
de verdad ocurre en el país. Y aquí, el PP deja a media luz Canal 9, tal vez
para que no nos enteremos de cómo nos han robado hasta con la visita del Papa.
URBANO GARCIA
FOTO: www.Diario Información.com
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