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viernes, 30 de agosto de 2013

JÓVENES



Siempre llegan empujando, pidiendo vía libre, o sin pedirla. El cambio generacional es lógico y necesario. ¡Abran paso! Llegan los y las jóvenes. Desde que la juventud es algo más que un estado hormonal, hay que reservarles un espacio en la mesa del diálogo social. Así lo entiende todo el mundo. Imposible poner puertas al campo. Hasta mayo del 68, la juventud estaba recluida en un gueto. Hasta entonces, el poder la mantuvo al margen de la capacidad de intervenir en la vida política. Y no solo en Francia. Aquí, sin ir más lejos, la dictadura franquista mantenía a todos –jóvenes o no- alejados de cualquier atisbo de participación. También en eso éramos diferentes. En aquellos años, en los 60, la juventud ya era objeto del deseo para quienes la veían como una fuente inagotable de consumo. Ahí estaba la gran contradicción. Eran buenos para comprar, pero no para decidir. Hasta que dijeron basta. Todo sería muy diferente hoy en día sin la explosión de Mayo del 68. Es bueno recordarlo ahora, cuando la mayoría dirigente de la Unión Europea parece dar la espalda a esa savia joven tan necesaria para regenerar sus anquilosadas estructuras.

PACTOS
            El paro juvenil en Europa es escalofriante. En España, dos millones de jóvenes menores de 30 años no tienen trabajo ni perspectivas de encontrarlo. Porcentajes similares se dan en Grecia, Portugal e Italia. Francia va a la zaga. Tal vez por eso, el Presidente Hollande se ha plantado ante el terrible panorama. Merkel lo tiene claro, quien no tenga trabajo siempre puede emigrar a Alemania. Opinión que comparten Wert y Báñez, los dos ministros más germanófilos del ejecutivo de Rajoy. En Alemania, los jóvenes se encontrarán con mini jobs y sus correspondientes mini sueldos que apenas les darán para vivir. Así se hace grande ese IV Reich del que habla Juan Torres, mientras que en el resto de la deprimida Unión crece el euroescepticismo.
            En eso llegó la hora de la foto del PP con el PSOE y de los pactos. El de libre comercio con Estados Unidos y el de fomento del empleo juvenil. En el primero -un paso más en la construcción de la aldea global neo liberal- el presidente francés logró incluir la cláusula de excepción cultural, la única forma de preservar el ecosistema audiovisual europeo. Ya veremos qué pasa con los otros ecosistemas cuando nos invadan los transgénicos. Las revelaciones de Snowden han dejado al descubierto que EEUU también espía a los amigos. Relaciones mercantiles, dicen. Pero huelen a rancias prácticas de la Guerra Fría. El segundo, más que pacto es pactito por su escuálida dotación. Apenas 6 mil millones de €. Una minucia comparada con la ingente ayuda dada a la banca a fondo perdido. Está claro que el paro juvenil le importa a la mayoría conservadora de la Unión menos que un bledo. Menos es nada, argumentan los posibilistas. ¡Pues así estamos!

BECAS
            Ajeno a estas limosnas de la Unión, el gobierno de Rajoy reduce los recursos a la educación pública y por tanto a las becas. Y sube la nota para obtenerlas. “Hay que fomentar la cultura del esfuerzo”, dice el ministro tertuliano. Olvida Wert que las becas se dan en función de la renta familiar y no con criterios académicos. Son un instrumento para hacer más efectivo el principio constitucional de la igualdad de oportunidades. No dejan de ser una pequeña ayuda, todo hay que decirlo. La verdadera igualdad de oportunidades no existe. Lo cierto es que si suben las tasas académicas y hay menos becas, muchos jóvenes sin medios económicos dejarán la Universidad. ¿Buscarán trabajo? No hay dónde. ¿Se irán a trabajar a Alemania como sus padres? Sí, si pueden. Esa es la injusta y desequilibrada Unión Europea que se está construyendo sobre las espaldas de una generación perdida. ¡Bienvenidos croatas al club de la desigualdad!      
URBANO GARCIA

FOTO: Urbano García 

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