Desde que Bárcenas decidió ser garganta profunda –antes
y ante la pluma de Pedro J.-, Rajoy prefiere esconderse tras una pantalla de
plasma para no dar explicaciones a una pasmada ciudadanía. El PP ha levantado
un cinturón sanitario alrededor de su jefe. Su silencio y su guardia pretoriana
sólo sirven para agudizar el deterioro de un partido carcomido por la
corrupción. La supuesta financiación ilegal del PP no se improvisa de la noche
a la mañana. Se cuece a fuego lento. Un caso así necesita más de una
legislatura para ser gestado. Necesita mimo y cuidado para apreciar todas sus
texturas. Pero Mariano sigue como ausente, como perdido en sus tribulaciones de
líder sin carisma. Hipnotizado por unas luces que él identifica como el final
del túnel. Pobre Mariano, anda solo y perdido, con sus dudas, con sus
silencios, viendo luces…
Palacio
de La Moncloa. Lunes 15. Tras reunirse con el primer ministro de Polonia,
Mariano acepta someterse a las preguntas de los periodistas que están ansiosos
por conocer si hay vida tras su silencio. A los medios españoles les toca hacer
dos preguntas. Los numerosos periodistas que cubren el encuentro logran pactar
qué preguntarán y quiénes serán los portavoces. Nadie sabía que tras las
bambalinas, Mariano había decidido quién iba a ser el encargado de formular “la
única pregunta”. El periodista del ABC fue el señalado con el dedo del magnate.
Los demás se quedaron pasmados. La pregunta había sido dictada al director del
diario monárquico, en un ejercicio de no-periodismo digno de las autocracias
con más pedigrí. Está claro que aún no hemos tocado fondo en cuanto a deterioro
democrático. Siempre se puede ir un paso más allá.
PADRINOS
“Están
ustedes apadrinando a un delincuente”, acusa a la oposición el normalmente
moderado portavoz del PP, Alfonso Alonso. Es el único argumento que le queda al
partido único de la derecha hispana. ¡Pobre argumentario! Si hablamos de
padrinos, habría que preguntarse quién amamantó durante lustros a este genio de
la ingeniería financiera de apellido Bárcenas. Quién meció su cuna, quién le
dio cobijo bajo las ubres de la abundancia. Quién le enseñó a sumar con el
ábaco, quién a llevar una contabilidad con manguitos de oficinista y lapicero de
colores en la oreja. Ahora nadie quiere ser el padre de la criatura. Hasta hace
dos días tenía coche, secretaria y despacho en Génova, 13. Ahora es el malo de
la película, la bicha cuyo nombre da mal fario citar. Luis “el cabrón”,
liberado de su fidelidad al PP, parece dispuesto a tirar de la manta. Si va al
trullo quiere hacerlo en compañía de alguno de sus padrinos.
La
mayoría absoluta que tiene el PP le permite blindarse ante la exigencia
ciudadana de democracia. Es su único mérito. Mientras Mariano se enroca en la
opacidad y el silencio, ¿qué hace la leal oposición? Pues además de cabrearse,
unos piden la dimisión del gobierno y la convocatoria de elecciones, y otros
barajan la moción de censura como paso siguiente a la no comparecencia de Rajoy
ante los diputados. Fecha posible para presentarla, el 24 de julio. Tras la
reunión de la Diputación Permanente del Congreso, si Rajoy sigue encapsulado en
su autismo. Según la Constitución, la moción de censura sólo puede ser
constructiva. Por tanto, hay que presentar un programa y un candidato
alternativo. ¿Será Rubalcaba ese candidato? ¿Logrará el PSOE sumar a su
iniciativa a toda la oposición? En todo caso será testimonial. Seguro que no
habrá fugas en el PP. También es seguro que Rajoy saldrá muy tocado por poner
en peligro la democracia con su actitud.
¿PRINCIPIO DEL FIN?
Ganar
las elecciones es condición necesaria pero no suficiente para la estabilidad. En
dos años, el PP ha dilapidado gran parte de sus apoyos. Lo dicen todas las
encuestas. La economía va de mal en peor, mientras que la democracia alumbrada
en la Transición hace agua por todas partes. En ese contexto, podríamos hablar
del fin de la hegemonía del PP, a nivel estatal y autonómico. La descomposición
del PP valenciano no tiene parangón. La única esperanza del PP es levantar de
nuevo la bandera del anticatalanismo. Como hizo en la llamada batalla de
Valencia, todo lo fía en movilizar a los sectores mas reaccionarios de la
sociedad contra la cultura, la inteligencia y el futuro. ¿Habrá algún incauto
que aún caiga en esa trampa?
URBANO GARCIA
FOTO: J.J. Guillén EFE
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