“Rita eres la mejor”, decía Rajoy no hace mucho de la
ex alcaldesa de València, ahora
investigada/ imputada por el caso Taula. Tiene vista este Mariano, donde pone
el ojo, pone la imputación. En su larga lista de “mejores” figuran desde
Bárcenas hasta Soria, pasando por Rato, su competidor en el camino a la Moncloa
y sin embargo amigo. Claro que como Rita, ninguno. La lideresa caída en
desgracia tiene pedigrí, 24 años gobernando el Cap i Casal y uno de los primeros carnets del PP. Posiblemente su
currículum político empezó aquel día de 1972 en que la nombraron Musa del
Humor. La política la mamó en casa. De su padre, camisa vieja, concejal,
director de diarios del Movimiento, entre ellos Levante, y presidente durante 30
años de la Asociación de la Prensa de Valencia. En esa escuela aprendió la
importancia, para seguir en el poder, de controlar los medios de comunicación.
Tal vez por eso, creó un gabinete de prensa paralelo en el Ayuntamiento al que
destinó más de 700 mil €. Los únicos periodistas de los que se fía es de los
mercenarios.
En
tiempos de UCD, Rita ocupó el gabinete de prensa de Gobierno Civil. Fue con Fernández
del Río, el de la “pantanà” de Tous. Aquel
20 de octubre de 1982, cuando la tragedia se abatió sobre las dos Riberas, Rita tenía despacho en el Palacio del
Temple. Ya lo ocupaba el 23 de febrero de 1981, cuando Tejero asaltó el
Congreso y Milans del Bosch sacó los tanques en Valencia. También cuando las
hordas “blaveras” sembraron de violencia
las calles de la ciudad. Un historial lleno de sombras. Cuentan los veteranos
del corral mediático valenciano que Rita, desde su despacho en Gobierno Civil,
llamaba todos los días a diarios, radios y TVE –la única televisión que había-
para leerles la cartilla y señalarles de qué tenían que informar al día
siguiente. Su gestión no le valió ningún Pulitzer, pero le sirvió para estar
bien posicionada en el momento de la voladura de UCD y el parto del PP. Tal vez
por eso, Rajoy sigue cuadrándose ante su presencia. Rita, ahora atornillada a
su escaño en el Senado, ha dejado voluntariamente el PP a cambio de un salario
de “miseria”. Por la módica cantidad de 7.000 € al mes, Rajoy se garantiza su
silencio. No lo haría mejor Vito Corleone.
LA JEFA
En
1991, a pesar de no ser la más votada, Rita logró la alcaldía de Valencia
gracias al apoyo de Unión Valenciana. González Lizondo se convirtió en su mano
derecha. Bien está recordarlo ahora que el PP reclama su derecho a gobernar por
ser el partido con más votos. Ni Rita ni Zaplana –pocos años después- llegaron
a presidir Ayuntamiento y Generalitat gracias únicamente a los votos del PP.
Ambos necesitaron a UV para lograr en un primer momento sus objetivos. El PP no
tardaría en fagocitar a los herederos de Lizondo. Rita asumió su populismo y
repartió canonjías entre los líderes regionalistas. Algunos de los agraciados siguen
en el grupo municipal del PP, ahora imputados por blanqueo de capitales. Nadie
ha dimitido. Rita era “la jefa” de todos ellos, y no sólo de la Policía Local.
Ella cortaba el bacalao en la ciudad y en su partido. Sus victorias electorales,
algunas de ellas obtenidas tras campañas financiadas ilegalmente, reforzaron su
nepotismo. Durante las últimas legislaturas no hubo trama de corrupción que no
llamara a la puerta de su despacho. Rita se cuidaba de no firmar nada. Para eso
tenía a sus “hombres y mujeres de paja”. Su lugarteniente Alfonso Grau para
asumir el coste del caso Nóos. Su amiga García Fuster administraba la caja “B”
municipal. Su protegida Mª José Alcón era la recaudadora... Y mientras tanto,
¿qué hacía “la jefa”? ¿Nada?
Tanto
trajín no le dejaba tiempo ni para aprender valenciano. Y eso que la familia de
su madre, los Nolla, procede de Reus. Entre sus prioridades políticas nunca ha
estado aumentar la transparencia y la participación ciudadana en el
Ayuntamiento. Una de sus primeras decisiones como alcaldesa fue eliminar los
plenos sobre el Estado de la Ciudad. Han tenido que pasar dos décadas para que
un nuevo alcalde –Joan Ribó- y una nueva mayoría –el tripartito formado por Compromís, PSPV y En Comú- restaure las maneras democráticas en el Consistorio.
Rita,
desde su retiro en el Senado, intentará sobrevivir en un grupo mixto en el que
no es bienvenida precisamente. Necesitará mucho ansiolítico en los próximos
meses. Le espera una larga lista de paseíllos ante la Justicia para responder
por presuntos delitos. Su declive comenzó hace poco más de un año, cuando
perdió ella y el PP las mayorías municipal y autonómica. El “¡qué hostia!”
susurrado al oído de Serafín Castellano fue la antesala de su calvario. Xavi
Castillo la despidió al ritmo del This is
the end de Jim Morrison ¿Cómo ambientará ahora esta otra gran caída?
URBANO GARCIA
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