24M de 2015. Las urnas confirman que algo está
cambiando en el panorama político municipal y autonómico. Los primeros indicios
se vieron en los comicios europeos. Fue un año antes, en 2014, con ellos se
inició el largo ciclo electoral que concluirá el próximo 26J, tras una prórroga
por incapacidad para acordar la formación de un gobierno. En 2015, las
elecciones locales y autonómicas volvieron a castigar a los dos grandes
partidos que se turnan en la gobernación del país desde 1982, redujeron el
número de mayorías absolutas y abrieron la puerta a gobiernos plurales. El
bipartidismo, tan útil para dar impresión de estabilidad como para ocultar sus miserias,
parece que ha llegado a su fin. Si el sistema electoral no lo impide. Esa es su
función, consagrada por Adolfo Suárez y bendecida por las últimas Cortes
franquistas, la de reducir las opciones de gobierno a sólo dos, PP-PSOE. Lo
malo es que estas dos opciones cada vez se parecen más. Posiblemente no toda la
culpa sea de ellas. La pérdida de la soberanía monetaria con la creación del
euro nos priva de un mecanismo económico fundamental para equilibrar el mercado
interior, el más golpeado por las políticas del PP. Una amputación que no ha
sido compensada por una gestión de la Unión Europea más eficaz, transparente y
democrática, sino por todo lo contrario. La falta de un proyecto ilusionante e
integrador para Europa es lo que alimenta a esa extrema derecha que tanto
amenaza a la convivencia pacífica en el continente. No hay más que mirar a
Austria para entenderlo.
DEL BOTÀNIC A LA NAU
Hace
un año, el acuerdo del Botànic
permitió formar un Consell plural y
poner fin a 20 años de absolutismo, despilfarro y deconstrucción del país. La
solución a la valenciana –gobierno de dos con apoyo de tres- ha demostrado ser
un instrumento eficaz para gestionar una situación de emergencia social y el
fin de las mayorías absolutas. El nuevo tiempo de incertidumbre y pluralismo
requiere imaginación y audacia. El programa de rescate de personas ha confirmado
que las prioridades ciudadanas eran la solidaridad y no dejar a nadie en la cuneta,
más que los eventos y la especulación. Pero dos décadas dan para mucho. Es el
tiempo que ha tenido el PP para convertirnos en epicentro de corrupción y
paraíso de imputados. Su paso por las instituciones valencianas, además de
saquearlas las ha dejado plagadas de bombas trampa. No hay otra forma de
calificar la desaparición del sistema financiero, el cierre de RTVV, la enorme
deuda, o la privatización de la sanidad y la educación. Por eso no es raro ver a
Bonig, máxima autoridad del PP valenciano, con la pancarta de la libertad para
desmantelar la enseñanza pública. Esa es su verdadera bandera.
Hace
un año, el pacto municipal se selló en La
Nau, otro espacio emblemático de la Universitat
de València. Aquí hubo tripartito al 100%. Rita gozó de 24 años para hacer
de la Casa Consistorial el garaje de sus caprichos. Y eso pesa. Si las cosas
del Palau van despacio, las del
Ayuntamiento no van mucho más rápidas. Los embolaos dejados por el PP en la
gestión de la ciudad no han sido pocos, desde el aparcamiento al final de la
avenida el Oeste, hasta los horarios comerciales, pasando por el desguace del
Cabanyal. La herencia recibida es de infarto.
PARTIDO PODRIDO
Lo
peor son las causas pendientes. Se ha abierto una nueva comisión de
investigación por parte de les Corts
para iluminar algo un accidente previsible y evitable, el mayor accidente de
metro ocurrido en nuestro país. Camps dio nuevas muestras de su deriva mental y
Cotino pidió perdón a las víctimas como aportación a su martirologio en una
semana especialmente dura para él. Y es que el rey del caqui debe hacer frente
a una fianza de más de 4 millones de € por las “mordidas” de la visita del Papa
Benedicto XVI a Valencia pocos días después del accidente del metro. Una
derivada del caso Gürtel que llega hasta las puertas del ex Molt Honorable
Maese Camps. Otra comisión de investigación, la municipal sobre el caso Taula
por financiación ilegal del PP de la ciudad está siendo boicoteada por Rita y
sus rumberos. Dice la ex edila que ella no sabe nada de “pitufeo” ni de cajas
B. Mientras, el Instituto Nacional de Estadística da a conocer los datos sobre
condiciones de vida. Dice el INE que el 28,6% de la población vive en riesgo de
exclusión. En el país de los valencianos las cifras son peores. Las recetas del
PP, y que Rajoy promete a la Comisión Europea aumentar si gana el 26J, han dado
su resultado. Hoy somos más pobres que ayer, pero menos que mañana.
URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com
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