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jueves, 10 de noviembre de 2016

UN AÑO DESPUÉS

24M de 2015. Las urnas confirman que algo está cambiando en el panorama político municipal y autonómico. Los primeros indicios se vieron en los comicios europeos. Fue un año antes, en 2014, con ellos se inició el largo ciclo electoral que concluirá el próximo 26J, tras una prórroga por incapacidad para acordar la formación de un gobierno. En 2015, las elecciones locales y autonómicas volvieron a castigar a los dos grandes partidos que se turnan en la gobernación del país desde 1982, redujeron el número de mayorías absolutas y abrieron la puerta a gobiernos plurales. El bipartidismo, tan útil para dar impresión de estabilidad como para ocultar sus miserias, parece que ha llegado a su fin. Si el sistema electoral no lo impide. Esa es su función, consagrada por Adolfo Suárez y bendecida por las últimas Cortes franquistas, la de reducir las opciones de gobierno a sólo dos, PP-PSOE. Lo malo es que estas dos opciones cada vez se parecen más. Posiblemente no toda la culpa sea de ellas. La pérdida de la soberanía monetaria con la creación del euro nos priva de un mecanismo económico fundamental para equilibrar el mercado interior, el más golpeado por las políticas del PP. Una amputación que no ha sido compensada por una gestión de la Unión Europea más eficaz, transparente y democrática, sino por todo lo contrario. La falta de un proyecto ilusionante e integrador para Europa es lo que alimenta a esa extrema derecha que tanto amenaza a la convivencia pacífica en el continente. No hay más que mirar a Austria para entenderlo.

DEL BOTÀNIC A LA NAU
                  Hace un año, el acuerdo del Botànic permitió formar un Consell plural y poner fin a 20 años de absolutismo, despilfarro y deconstrucción del país. La solución a la valenciana –gobierno de dos con apoyo de tres- ha demostrado ser un instrumento eficaz para gestionar una situación de emergencia social y el fin de las mayorías absolutas. El nuevo tiempo de incertidumbre y pluralismo requiere imaginación y audacia. El programa de rescate de personas ha confirmado que las prioridades ciudadanas eran la solidaridad y no dejar a nadie en la cuneta, más que los eventos y la especulación. Pero dos décadas dan para mucho. Es el tiempo que ha tenido el PP para convertirnos en epicentro de corrupción y paraíso de imputados. Su paso por las instituciones valencianas, además de saquearlas las ha dejado plagadas de bombas trampa. No hay otra forma de calificar la desaparición del sistema financiero, el cierre de RTVV, la enorme deuda, o la privatización de la sanidad y la educación. Por eso no es raro ver a Bonig, máxima autoridad del PP valenciano, con la pancarta de la libertad para desmantelar la enseñanza pública. Esa es su verdadera bandera.    
                  Hace un año, el pacto municipal se selló en La Nau, otro espacio emblemático de la Universitat de València. Aquí hubo tripartito al 100%. Rita gozó de 24 años para hacer de la Casa Consistorial el garaje de sus caprichos. Y eso pesa. Si las cosas del Palau van despacio, las del Ayuntamiento no van mucho más rápidas. Los embolaos dejados por el PP en la gestión de la ciudad no han sido pocos, desde el aparcamiento al final de la avenida el Oeste, hasta los horarios comerciales, pasando por el desguace del Cabanyal. La herencia recibida es de infarto.

PARTIDO PODRIDO
                  Lo peor son las causas pendientes. Se ha abierto una nueva comisión de investigación por parte de les Corts para iluminar algo un accidente previsible y evitable, el mayor accidente de metro ocurrido en nuestro país. Camps dio nuevas muestras de su deriva mental y Cotino pidió perdón a las víctimas como aportación a su martirologio en una semana especialmente dura para él. Y es que el rey del caqui debe hacer frente a una fianza de más de 4 millones de € por las “mordidas” de la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia pocos días después del accidente del metro. Una derivada del caso Gürtel que llega hasta las puertas del ex Molt Honorable Maese Camps. Otra comisión de investigación, la municipal sobre el caso Taula por financiación ilegal del PP de la ciudad está siendo boicoteada por Rita y sus rumberos. Dice la ex edila que ella no sabe nada de “pitufeo” ni de cajas B. Mientras, el Instituto Nacional de Estadística da a conocer los datos sobre condiciones de vida. Dice el INE que el 28,6% de la población vive en riesgo de exclusión. En el país de los valencianos las cifras son peores. Las recetas del PP, y que Rajoy promete a la Comisión Europea aumentar si gana el 26J, han dado su resultado. Hoy somos más pobres que ayer, pero menos que mañana.  

URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com

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