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jueves, 10 de noviembre de 2016

QUIZÁS, QUIZÁS, QUIZÁS...

La canción de Nat King Cole es de amor. La de Mariano, de cantamañanas. El señor del “sí, pero” actúa en bucle. “He aceptado la invitación del rey pero no sé si me presentaré a la investidura si no tengo suficientes apoyos”, dijo Rajoy. ¿Es que don Mariano no se ha leído la Constitución? A estas alturas todos conocemos su artículo 99.2, “El candidato propuesto (por el Jefe del Estado) expondrá ante el Congreso de los Diputados el programa político del Gobierno que pretende formar y solicitará la confianza de la Cámara”. Más claro, agua. Todos los constitucionalistas -salvo los que redactan argumentarios para el PP- coinciden en que ambos actos van juntos. La calculada indefinición de Rajoy tiene un sentido, meter la máxima presión en quienes tienen que darle el voto o abstenerse para que supere la votación de investidura. Y sin mover una sola coma de su programa. Ese es su deseo. ¿Cómo es posible tanta estulticia? ¿Cómo es posible tal burla de la democracia?

CÁBALAS
                  No sé si cuando lean estas reflexiones se habrá despejado la incógnita. Cuando las escribo, todo sigue igual que el 27J. Para que Rajoy sea investido presidente del gobierno necesita tener más votos a favor que en contra. Por ahora no los tiene. No es suficiente ni con el voto favorable de C’s. Necesitaría que se abstuviera también el grupo socialista, al menos en parte. La presión del establishment económico y mediático está siendo brutal. Hasta una parte de los dirigentes del PSOE –no sólo los históricos- se muestra favorable a la claudicación. Felipe González, desde su retiro dorado en Argentina, se lo ha dicho al diario Clarín. “Pedro Sánchez debería dejar gobernar a Rajoy, aunque no se lo merezca”, unas palabras que han sembrado la desolación en la militancia socialista. ¿Qué socialismo defiende FG? No parece que la actual dirección del PSOE vaya a hacer mucho caso de estos desinteresados (?) consejos. ¿Por qué? Posiblemente porque son más conscientes que FG de lo que se juega el PSOE. Si el partido fundado en 1879 por Pablo Iglesias y refundado en 1974, en Suresnes, por el “clan de la tortilla” facilita por activa o por pasiva la permanencia de Rajoy en la Moncloa, perderá toda credibilidad para ser oposición. Ese papel sería ocupado inmediatamente por Podemos. “No vamos a apoyar aquello que queremos cambiar”, dijo Sánchez tras entrevistarse con Rajoy. El PSOE dice no a Rajoy, no a nuevas elecciones, no a una alternativa de izquierdas. Tendrá que elegir. ¿Qué NO caerá primero? La solución podría ser un “De entrada, no”. ¿Les suena?
                  Para aumentar la presión, el PP pone encima de la mesa la amenaza de nuevas elecciones. Rajoy busca la mayoría absoluta por desgaste del resto. El 26J le salió bien. ¿Por qué no repetirlo?     

AGRAVIOS
                  No descubro nada nuevo si digo que la situación política estatal está en un callejón sin salida. Los problemas se acumulan después de dos legislaturas en las que el mismo ejecutivo (con mayoría absoluta y en funciones) ha primado hacer “los deberes” que imponía la troika por encima de satisfacer las necesidades de la ciudadanía. La reforma del sistema de financiación autonómico espera, mientras que la desconexión catalana avanza impulsada por una espiral de despropósitos. El retroceso democrático afecta ya a casi todas las instituciones del Estado.
                  A las infraestructuras también les afecta la involución. La red radial de comunicaciones, consagrada en el siglo XIX con el trazado del ferrocarril, se ha reforzado con el AVE (al margen de sus sobrecostes y corrupciones) y el soterramiento de gran parte de su núcleo central. Mientras, algunos de los principales ejes para el desarrollo del país y su conexión con Europa siguen paralizados. Hablo del eje mediterráneo. En los años 70, EEUU sugirió a Franco la construcción de una autopista por la costa oriental de la península. Por allí entró el turismo, el desarrollo y el necesario impulso europeo que ayudó a modernizar y democratizar el país.
                  El Estado Autonómico diseñado en el 78 ha evolucionado, pero sigue constreñido por el corsé constitucional. Sus costuras están reventando. El acoso y derribo de la descentralización tiene en Montoro su ariete. Su último envite, atacar la administración local. Su propuesta de privatizar la EMT por deficitaria ha sido su última boutade. ¿Hasta cuándo toleraremos tantos agravios? 
      
URBANO GARCIA

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