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jueves, 10 de noviembre de 2016

MIEDO

Dicen que mueve montañas. No sé si este estado de ánimo alterará la orografía, lo que sí es seguro es que modifica comportamientos individuales y colectivos. Sólo hay que ver cómo se instrumentaliza en periodo electoral. Los peores temores nacen de las mayores ignorancias. Nuestros genes conservan memoria de cuando nuestros ancestros corrían por la sabana huyendo del tigre diente de sable. Huir suele ser la defensa más común ante una amenaza invencible. Huir, esconderse y guardar el pellejo a buen recaudo, lejos del peligro. Algunas reacciones de nuestro organismo tienen por finalidad activar sus mecanismos de defensa. El miedo nos hace más vulnerables. De miedos y temores están llenas las religiones, especialmente las monoteístas. Y es que el miedo nos hace más dependientes de un ser superior que nos salve. A veces ese ser lo encontramos en la fuerza del grupo, en la masa, en el clan, la tribu o la milicia. De Caín a la escalada bélica sólo hay un pequeño paso, pero mayor que el que dio Armstrong en la Luna. Tememos perder lo que tenemos. Y siempre tenemos algo que perder. Por eso tenemos miedo a perder aunque sea poco lo que tenemos. Perder la estabilidad, la certeza, el futuro… La mejor forma de amedrentarnos es aumentar nuestra inseguridad. Tal vez por eso, las derechas de siempre se empeñan tanto en convertir el mundo en una jungla, en una selva con la única regla del sálvese quién pueda.     

PENSIONES
                  “Si seguimos así, en 2020 se habrá agotado el fondo de reserva de las pensiones”, nos dicen para acojonarnos ante el futuro. Para que nos dé vértigo asomarnos a un horizonte lleno de incertidumbres. Desde 2012, los gobiernos de Rajoy han sacado más de 50.000 millones de € de la hucha de las pensiones. Un fondo creado en 2000 para servir de colchón en periodos de crisis. A principio del milenio, la economía del país crecía al 5%, había más de 20 millones de cotizantes a la Seguridad Social y rozábamos el pleno empleo. Un paraíso perdido. Entre el ayer y el hoy hay todo un cataclismo. No todos los factores son exógenos. Posiblemente, lo fundamental ha sido cómo se ha gestionado la crisis, con unas medidas económicas que han laminado a las clases medias, han arruinado el poco tejido industrial y han ampliado hasta límites intolerables la población en riesgo de exclusión. En ningún país de la Unión ha crecido tanto la desigualdad como en el nuestro. A ese abismo nos llevó el gobierno de Rajoy. Los lixiviados de la X Legislatura siguen contaminando la vida política. Tal vez por eso es tan complicado acabar con el periodo de interinidad que comenzó el 20 de diciembre de 2015. Es necesario limpiar la pestilente herencia dejada por el absolutismo de Mariano y su cohorte. Lo entiende hasta C’s, el partido más próximo al PP. Pues ni por esas. El miedo generado por sus políticas es utilizado por el PP en su búsqueda de adhesiones inquebrantables. O yo o el caos, dice Rajoy. Pero esa amenaza parece que ya no le funciona.

IMPASSE
                  “El PP no está negociando con nadie”, dijo Ana Oramas, de Coalición Canaria, poco antes de iniciarse la última ronda de entrevistas con el Jefe del Estado. Mientras, Javier Maroto, una de las voces mediáticas de Rajoy, decía que el PP “había hecho propuestas concretas a C’s y PSOE, y la respuesta había sido no”. ¿Quién miente? Da la impresión de que el PP está cómodamente instalado en su pasividad, esperando que otros muevan ficha. Como si el partido que sigue gobernando en funciones no tenga ninguna responsabilidad en la situación actual, ni en la parálisis institucional. En la Unión Europea, los socios conservadores del PP se mantienen a la espera para aplicarnos sanciones por incumplimiento del déficit, otro mérito de Rajoy y su equipo económico.
                  Pero la vida sigue. Una jueza abre diligencias contra el PP por delito informático y ocultación de pruebas, tras haber formateado 35 veces, rayado y tirado a la basura los discos duros en los que Bárcenas guardaba la contabilidad “B” del partido dirigido por Rajoy y Cospedal. Y el PP valenciano sigue en el sumidero de su indignidad, acusado de financiación ilegal, blanqueo y delito electoral por una causa que tiene a todo el grupo municipal imputado y a Rita en lista de espera, a pesar de su blindaje como senadora. Ante un lobo tan escuálido y miserable, ¿quién dice miedo?      

URBANO GARCIA
urbanogarciaperez@gmail.com

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